Mamá soy lesbiana: A mi amiga Constanza S. Abraham. La que ve el sol aunque haya nubes muy grises. Te amo, Cons. Gracias por amarme, cuidarme y enseñarme.
Apenas las 23:30. Cons, Almu, Alonso, Juan Diego y yo cursamos primero de secundaria. Somos amigos desde los 6 años que ingresamos al Colegio Americano.
Mi madre hacía un gran esfuerzo porque yo pudiera ir en ese colegio. Pero, lo verdaderamente importante de estudiar allí fueron estos cuatro personajes.
Pero Cons, siempre la más osada, audaz, libre, ambiciosa, peleonera, bella, temperamental e inquieta. Judía de nacimiento —sólo lo mencioné porque en breve tomará relevancia— y ella misma lo comenta en muchas de sus conversaciones.
Constanza tenía 6 años y ya le gustaban las niñas. Se besó con Jose a esa edad, por eso dije que siempre fue muy inquieta.
Y desde ahí no paró en besar y besar niñas, jóvenes, adolescentes, señoras, señoritas, damas, damiselas e incluso todo tipo de ser vivo femenino. O no.
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¡Mamá, soy lesbiana!
Como ella me ha platicado más de una decena de veces, ser judía —muy de cierta forma—impedía, obvio no, vivir su sexualidad y decisiones. Pero ella deseaba la plenitud.
Y siempre fue —es—una niña diferente. Una mujer muy cabrona, como ella misma se describe, pero también un ser amorosísimo, leal, empático y muy sorora con todas las personas.
Tenía 12 años. Todos estudiantes de secundaria, el fin de ciclo nos daría un viaje de fin de curso a un campamento. Resultó inolvidable.
Cons sabía que la chica que amaba, o eso creyó a esa corta edad, iría a ese viaje. Bárbara, diremos ese nombre, era la mujer en cuestión. Pero ella cursaba un grado más.
Por eso Cons debía de tener esa conversación con su madre una noche antes.
«¡Mamá, soy lesbiana». Judía y lesbiana.
—Mamá, hay algo que te tengo que decir. Escúchame.
—¿Ahora qué hiciste, Constanza?
—Mamá soy lesbiana. Me gustan las niñas. No me gustan los niños, los aborrezco, los detesto. Y quiero que lo sepas, que me ames, que me abraces y me apoyes con mi papá y mi abuela.
Alejandra se quedó impávida. Incluso la mamá de Cons recuerda ese momento como uno de los más valiosos. Sin embargo, sólo atinó a decirle a Cons.
—Te amo, hija. Y te voy a amar siempre.
Cons fue al viaje de fin de curso con el único objetivo de ligarse a Bárbara. Y lo consiguió.
Ellas vivieron todas sus primeras veces juntas. Tanto las inolvidables llenas de amor como las horrendas llenas de miedo o de dolor. Porque son humanas. Siete años juntas.
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El adiós
Pero el destino tenía sus propios planes. Incluso con amor, pero siempre tiene sus derroteros a veces llenos de tempestades.
Bárbara obtuvo una beca para estudiar en una de las Universidades más prestigiosas y se fue a Londres.
Cons quedó hecha pomada. En ese momento ella debía estar junto a su familia por una enfermedad crónica de su padre (qepd). Cuatro años duró la enfermedad.
Terminaron por un período de tres años y medio. Cuando se volvieron a ver, literal, eran otras personas. Había amor, pero también mucha incertidumbre.
En esos años cada una conoció a otras personas, amaron, se desenamoraron, sufrieron «sufrir por viejas jijas es mi pasión» me decía una y otra vez Cons. «¿No hay más Bárbaras?».
Pues no.
De: Mamá soy lesbiana a ¡Me voy a casar con el amor de mi vida!
El sábado 7 de diciembre en Los Cabos. Cons le pidió matrimonio a su —ahora—fiancé, prometida y futura esposa.
De aquella niña temerosa llena de miedo e incertidumbre a ahora pensar en un “para siempre” con su novia. Con Bárbara.
En la noche que Cons se atrevió y dijo, «Mamá soy lesbiana». Aún con terror porque era una niña, precoz pero niña. Su vida cambió.
Una de mis tres mejores se casará el próximo verano con el amor de su vida.
Moraleja para mí: Sigue creyendo en el amor. ¡Y qué vivan las lesbianas!
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Cuento 1 de tus ojos café y algo así, léelo aquí.
Cuento 2 y el tiempo de Enchanted llegó, aquí lo puedes leer.
El cuento 3 lo escribí pensando en Portland, da clic aquí.
Y el cuento 4 el amor y sus miedos, léelo dando clic aquí.
Cuento 5 y final da clic aquí.
Son cuentos, nada de lo aquí descrito es real.
Eres top, Cons. Te amo mi china del amor. Con amor para ti, gracias por dejarme compartir un poquito de tu historia.