El fotógrafo estadounidense Marc Harris Miller realizó una sesión fotográfica para demostrar la diversidad que existe dentro de la juventud del colectivo LGBT.
La magia de cada fotografía radica en la espontaneidad que Marc le cedió a cada uno de los participantes para que fueran ellos mismos. Aquí no hay pose, hay puras realidades; personas que han tenido que hacerle ver al resto del mundo que el amor no es blanco o negro, sino que tiene distintos matices enriquecedores.
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La intención de Marc con esta sesión fotográfica es también romper con estereotipos que califican a una comunidad como un mismo ente, sin pensar que dentro de ella existen identidades únicas.