Sincronizada masculina
A pesar de lo minoritario que sigue siendo la natación sincronizada, los éxitos de Gemma Mengual y el equipo español han puesto de moda este deporte. Los últimos en zambullirse en la sincro han sido los hombres. Algo paradójico, si tenemos en en su origen era un ejercicio exclusivamente masculino.
A diferencia de los nadadores de ayer, quienes hoy se incorporan a sus filas no lo tienen nada fácil. Nadan en agua hostil y luchan contra un reglamento sexista que les impide llegar a primera fila. Zancadillas acuáticas que no logran frenar su talento. Ibon García, campeón de Euskadi es sólo uno de las decenas de Billies Elliots que ‘¡quieren nadar!’.
Competía contra 55 mujeres pero su sexo no le impidió hacerse con la victoria en el campeonato de País Vasco. Con 18 años recién cumplidos, el baracaldés se ha convertido en la principal figura de la sincronizada vasca. Sin embargo, no podrá competir por el título nacional porque el reglamento de la RFEN se lo impide.
Empezó a entrenar con 10 años en el equipo Ganguren Etxebarri, donde sus compañeras le tratan como a ‘una más’. Su fuerte son los ejercicios de piernas y, pese a sólo entrenar 5 horas semanales, está a la altura de nadadoras de élite que entrenan hasta sésis veces más.
Algo más fácil que Ibon lo tiene Pau Ribes, nadador catalán de 13 años. En su comunidad, la sincronizada cuenta con muchos más medios para entrenar, sin duda, gracias al éxito de las féminas en este deporte. Él lleva nadando desde que era un bebé y fue el primero en participar en los campeonatos alevín e infantil.
Su madre le introdujo en este deporte por diagnóstico médico, ya que Pau era un niño hiperactivo. La natación le ha servido para superar sus problemas, aunque ha tenido que enfrentarse a otros. En pleno siglo XXI realizar un deporte mayoritariamente femenino sigue siendo un estigma. Sin embargo, él lo lleva bien y lo que realmente le preocupa es si podrá seguir compitiendo cuando crezca.
Pau lo tendrá más fácil cuando crezca, ya que en Barcelona se encuentra el primer equipo de natación sincronizada masculina de nuestro país. Entrenado por Tina Fuentes, hermana de la medallista Andrea Fuentes, el germen del equipo tuvo lugar en la buena acogida que tuvo el equipo del LGTB Panteres Grogues en los Eurogames.
El éxito y la diversión les llevó a dar el salto a nivel profesional y pese a que no pueden este deporte, son conscientes de que están poniendo las primeras piedras en la construcción de la igualdad en esta disciplina.
Campeonatos exclusivamente masculinos son a día de hoy una utopía tanto en España como a nivel internacional. Sin embargo, los Panteres siguen entrenando en vistas de un futuro mejor. Lo hacen en las instalaciones del Club Sportiv Mediterrani y pese a que en su origen surgió de una iniciativa del colectivo LGTB, no cierran las puertas a nadie.
Al igual que otros deportes y artes como el ballet, la gimnasia rítmica o la danza, su práctica no tiene nada que ver con la condición sexual de quién la realiza, que puede ser homosexual o no. Por este motivo es importante desvincular la práctica de disciplinas mayoritariamente femeninas de la opción sexual de cada uno, ya que este tabú es uno de los principales frenos para la eliminación de estos guetos.
Todos ellos, los Panteres, Ibon y Pau siguen la estela de Bill May, el nadador internacional más importante en esta disciplina. Este neoyorquino de 30 años, como nuestros compatriotras, ha tenido que enfrentarse a los mismos obstáculos.
Perteneciente al Santa Clara Aquamaids, equipo de sincronizada más importante de Estados Unido, May llegó al más alto nivel pese a la imposibilidad de participar en campeonatos en mundiales y Juegos Olímpicos. Pese a ello, ha seguido luchando, en especial desde 2001, cuando la FINA levantó el veto a los dúos mixtos en algunas competiciones. Ningún otro ha conseguido repetir sus hazañas.
Bill May nadó contracorriente y en la actualidad una nueva ornada de jóvenes nadadores siguen su estela. Nicklas Stoepel es un brillante nadador de Sincro de Wattenscheid, Alemania. En su país el reglamento es más progresista que en nuestro país, dónde puede formar parte de un equipo en absolutamente todas las competiciones.
Sin embargo, una vez más, la FINA también ha cortado sus alas al no permitirle su ascensión internacional. ¿El motivo? Su nombre y su género.
El sexo se ha convertido en el principal handicap para estas sirenas de agua dulce. Sus compañeras les apoyan, pero las federaciones les da la espalda. De nada importa el origen masculino de esta disciplina. La tradición sigue imponiéndose.
Aunque se desconocen los motivos todo apunta a las diferencias físicas entre hombres y mujeres. un argumento irracional y sexista que está frenando también la creación de categorías masculinas en deportes tradicionalmente de chicas.
Nadan en agua hostil pero con su esfuerzo y disciplina conseguirán llegar a la orilla.