Una agresión homofóbica empaña los XXVI Encuentros LGTB

El pasado fin de semana tuvieron lugar en Gandía los XXVI encuentros estatales de organizaciones LGTB, que este año han organizado la asociación local Independence Gay y el área LGTB de Comisiones Obreras. Un foro en que los grupos activistas ponen en común la problemática actual del colectivo y sus propuestas de solución.

En este contexto y con los repugnantes datos de la violencia homofóbica en nuestro país, durante la celebración de los encuentros se ha regsitrado una intimidación en la vía pública al cordinador de  ALEAS-EU Miguel Tabuenca y al tesorero de COGAM, Santi Rivero.

Según recoge COGAM en su web, Rivero y Tabuenca denunciaron los actos en la oficina de la policía nacional, que consistían en un intento de agresión y robo con insultos de caracter homofóbico, pero les costó más de lo deseable que la policía les hiciera algún caso.

¿Qué ocurrió?

Tras el desagradable incidente que obligó el viernes a Rivero y Tabuenca a abandonar de manera apresurada la zona de ocio nocturno que visitaban, al denunciar los hechos ante la policía nacional, el agente que les atendió propició un trato, cuanto menos, reprobable. En palabras de Santi Rivero:

En cuanto entramos nos miró mal, cuando le contamos lo sucedido e intentó disuadirnos de que denunciaramos, en todo momento nos habló en tono despectivo y prepotencia, me preguntó de dónde era, sin causa alguna y con afán intimidatorio y disuasorio. Fue una situación muy desagradable, nos sentimos como delincuentes.’

La declaración de Rivero sólo muestra el trato desigual que la Diversidad recibe por parte de las instituciones y evidencia la necesidad de la creación de una Ley Integral contra la discriminación por orientación sexual o identidad de género, algo que como recogimos la semana pasada, no le gusta a todo el mundo.

Por fortuna, Tabuenca y Rivero pudieron finalmente denunciar los hechos con un agente del que han expresado que les trató con ‘buen trato, corrección y educación’. Sin embargo, aquí nos cuesta pensar en que debemos resignarnos con la arbitrariedad que puede llevar a un agente policial a sospechar de tu palabra por ser LGTB.

Como bien apunta finalmente Rivero:

Si esto le pasa a un chaval de 18 años, que no haya salido del armario en su casa o no tenga claro cuáles son sus derechos, se vuelve a la misma hundido y queda impune el delito. Sólo han conseguido reafirmarme en mi activismo y en lo necesario de la lucha para lograr erradicar esta lacra social”.

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