Y es que sus letras supieron (y saben) conectar con una generación trastocada con el amor romántico, cuyas melodías ayudaron en algún momento a salir de ese dramote máximo que alguna de nosotras ha sufrido alguna vez en una discoteca de petardeo.
Su estética sabe mezclar el punk con la elegancia nórdica que le caracteriza, convirtiéndola en uno de los iconos de referencia para el lesbianismo, y también para el resto del colectivo. Canciones como ‘With Every hearbeat’ o ‘Call Your Girlfriend’ la auparon como tal. Aunque su marketing se haya enfocado a este tipo de público, ella se ha declarado varias veces heterosexual, pero eso a nosotrxs nos da igual. Nos encanta su música y las heteroaliadas de verdad hacen mucha falta.
La explosión de esta catarsis lgtbi fue gracias al binomio Röyksopp – Robyn y su single “The Girl and the Robot” publicado en junio de 2009. La canción trata una relación de una mujer con un robot, que se escenifica claramente en su videoclip y que supone un paralelismo evidente con las relaciones no normativas y por tanto, un guiño al amor libre.
La unión hace la fuerza, y el dúo electrónico noruego Röyksopp ofreció a Robyn colaborar en un pequeño EP llamado ‘Do It Again’, cuyo single de salida se convirtió en todo un rompepistas.
Por todo ello, Robyn no sólo es un referente de la música en Europa, sino que gracias a distintos elementos citados anteriormente (estética andrógina, su mensaje empoderador, canciones que hablan de la diversidad…), se ha convertido en una de las artistas más amadas para las personas lgtbi.