Gente estirando el chicle más de lo necesario en la puerta de la Sala El Sol, un ambiente variopinto que permitía ver sombreros y barbas descuidadas combinadas con tacones de aguja y rayos uva, poses de Facebook para inmortalizar el momento…y justo cuando los coches patrulla pasaban por la calle Jardines y la muchachada echaba mano al bajo de los pantalones, entramos al concierto.
A pesar de estar anunciado a las 22h, eran casi las 23h cuando en el escenario aparecieron Muchachito y sus compadres (Muchachito Bombo Infierno, El Ratón, y Santos de Veracruz), que marcan las líneas de su espectáculo desde las primeras notas: un concierto a cara de perro, sin ningún tipo de concesión con los asistentes.
‘El Tabanco Bomb’
A pesar de partir desde la rumba, las guitarras de Muchachito y El Ratón son enérgicas y se acercan a un rock canalla, con sabor callejero, mientras Santos de Veracruz se encarga de improvisar sobre dos lienzos que dan más color a la música y al momento.
Como no presenta nuevo trabajo (la última novedad firmada por el de Santa Coloma es el tema principal de la película ‘La estrella’), pronto empiezan a dejar caer las joyas de su siempre eficaz y gamberro repertorio.
La Sala se despereza con ‘Azul’, comienza a vibrar gracias a ‘La noche de los gatos’, rompe a sudar al ritmo de ‘Caraguapa’, se lanza a saltar acompasando las notas de ‘Será mejor’, alza las manos al estilo Rosarillo para celebrar las primeras notas de ‘Paquito Tarantino’, entra en estado de ebullición gracias a ‘Tiras de mi corazón’, empiezan a volar las chaquetas al calor de ‘Si tu si yo, si, no’ y las paredes apenas se tienen en pie con los acordes de ‘Siempre que quiera’…así que para cuando empezaron las sorpresas el público estaba totalmente entregado.
Las sorpresas..
Tras un demencial y surrealista encuentro en el baño con Tomasito (ese humo denso y peligroso), el jerezano se decidió a subirse al escenario para arrancarse con un tema del G-5 (que no es una versión corta del G-8, sino un grupo formado por el propio jerezano, Muchachito, Kiko Veneno, El Ratón y El Canijo de Jérez, es decir algo mucho más serio). Como siempre, su colaboración fue eléctrica, etílica, algo lisérgica y con mucho, mucho duende.
Edu Soto protagonizó la sorpresa de la noche. Muchachito le llamó y el cómico catalán se atrevió a cantar todo un clásico de la música carioca (‘Que pena’). Obviamente no tiene la voz de la brasileña Gal Costa -¿Y quién la tiene?-, pero ofreció un tema repleto de gracia y carisma que consiguió levantar al público.
Antes de que la gente que llenaba La Sala El Sol se recuperara de la tercera sorpresa (protagonizada por El Pajaro, un bailaor andaluz), el propio Muchachito -siempre marcando los tempos del espectáculo- daba un paso delante para transformar el concierto en una deliciosa verbena.
Primero conseguía poner los pelos de punta al público cantando ese himno generacional que lleva bajo título ‘El aire de la calle’. Para finalmente poner la guinda a la fiesta homenajeando a Peret con ‘El muerto vivo’…más de dos horas y media de concierto, fatiga en las piernas y en la cabeza un run-run avisando de que el despertador me iba a patear el culo…pero por suerte, hoy la sonrisa le gana la partida a las ojeras.