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Una trayectoria envidiable
Marilyn Monroe definió a la perfección el mundo del celuloide al afirmar que en Hollywood te pueden pagar 1.000 dólares por un beso, pero sólo 50 centavos por tu alma. En el ámbito cinematográfico la mayor parte de los artistas vive de acuerdo con los postulados capitalistas; pugnan por las alfombras rojas, las limusinas de alquiler, los combinados más cool y fiestas millonarias.
Sin embargo no todo lo que reluce es Hollywood. Bardem es la cabeza visible de un buen grupo de artistas que anteponen la calidad a la cantidad, que hacen caso omiso a los venenos de taquilla (temas tabú como la homosexualidad) y que alejan al cine de ser un simple vehículo de expresión para acercarlo a un terreno artístico.
En este caso, la valentía, la integridad y el trabajo bien hecho ha recibido su premio. Bardem, ganador de un Oscar, un Globo de Oro, un BAFTA y cinco premios Goya, finalmente tiene su estrella, la número 2.484 del célebre del célebre paseo, que estará a las puertas del Teatro Gran Capitán, cerca de la de Penélope Cruz
Sexualidad ambigua
A pesar de que el físico de Javier Bardem es el arquetipo del personaje rudo y agresivo, a lo largo de su trayectoria, el actor se ha especializado en meterse en la piel de personajes extremos, de sexualidad ambigua o abiertamente homosexuales.
De hecho, en su última película estrenada -‘Skyfall’- juega con la sexualidad de un personaje -Silva, el villano de la película- que tiene una especial relación con James Bond. Al cuestionarle si su personaje era gay, Bardem quiso ser tajante: ”Se podría entender de esa manera. Esa esencia estaba en el guión, aunque no de manera explícita”, indicaba el actor.
Este tipo de personajes no son nuevos para Bardem. Si nos remontamos a las antípodas de su trayectoria, Bardem obtuvo su primer papel importante en el cine español interpretando a un gay que tenía una torrida relación en ‘Las edades de Lulú’ -1990- y su salto al cine internacional -2000- se produjo interpretando a otro personaje abiertamente homosexual como fue el poeta cubano Reinaldo Arenas en ‘Antes que anochezca’, y que le valió su primera nominación al Óscar.
Entre medias de estos papeles hay toda una trayectoria que se ha mantenido siempre a contracorriente del starsystem hollywoodiense. Adaptado a la perfección a personajes que se salen de lo común, su carrera está salpicada de papeles que son un guiño al colectivo.
Así formó un triangulo amoroso junto a Jordi Mollá y Ariadna Gil en ‘Segunda piel’ o la comedia ‘Boca a boca’ en la que se mete en la piel de un joven actor que para ganarse la vida debe trabajar en una línea erótica frecuentada por hombres.
La carrera de Bardem nos muestra que la empatía hacia el otro no entiende de barreras físicas sino de barreras mentales. El actor se ha tenido que meter en la piel de diferentes personajes homosexuales, ha tenido que sacar la pluma (en especial con Reinaldo Arenas), pero sobre todo ha entendido la profundidad psicológica del colectivo LGTB, dando un ejemplo que deberían seguir otros actores.