Isabel II indulta a título póstumo al matemático Alan Turing

Turing fue condenado a 61 años de cárcel en 1952 por prácticas homosexuales, que fueron consideradas un delito en Reino Unido hasta 1967, y aceptó someterse a la castración química para anular su líbido. El científico murió de envenenamiento por cianuro dos años después, a los 41 años.

Aunque los médicos forenses determinaron que se trató de un suicidio, su familia y sus biógrafos mantuvieron que fue un accidente y de hecho una investigación posterior reveló que efectivamente podría no haberse tratado de suicidio.

La reina Isabel II le ha concedido el perdón póstumo por ‘una sentencia que ahora se consideraría injusta y discriminatoria’, ha anunciado el ministro de Justicia británico, Chris Grayling. ‘Alan Turing fue un hombre excepcional con una mente brillante’, ha defendido Grayling, que fue quien pidió a la soberana que emitiera el indulto bajo la Real Prerrogativa de Misericordia.

La condena que recibió Turing por ‘grave indecencia’ a causa de su homosexualidad lo llevó a abandonar su trabajo en el Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno (GCHQ, por sus siglas en inglés), al que se había incorporado después de trabajar como especialista durante la Segunda Guerra Mundial en Bletchley Park, donde se realizaba el análisis de códigos.

Algunos de sus trabajos de teoría de la encriptación son ‘de tremenda importancia’, según los expertos, y no se conocieron hasta 2012. ‘Su inteligencia quedó en evidencia en Bletchley Park, donde fue un hombre fundamental para descifrar el código Enigma y contribuyó así a poner fin a la guerra y a salvar miles de vidas’, ha defendido el ministro británico.

El trabajo de Turing ayudó a acelerar los esfuerzos de los Aliados para leer los mensajes de la Marina alemana, con una máquina inventada por el ingeniero alemán Arthur Scherbius que fue utilizada por los nazis para codificar mensajes.

‘Su vida se vio ensombrecida por la condena por actividad homosexual’, ha subrayado Grayling, para quien Turing ‘merece ser recordado por su fantástica contribución a los esfuerzos bélicos y por su legado a la ciencia’.

El perdón a Turing culmina una campaña de varios años por limpiar su nombre, apoyada por científicos como Stephen Hawking y tras la recogida de miles de firmas a través de Internet. En septiembre de 2009, el entonces primer ministro británico, el laborista Gordon Brown, se había disculpado públicamente por la condena del matemático.

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