El actor Daniel Franzese protagoniza una imaginativa salida del armario
Daniel Franzese, frecuente secundario en las producciones cinematográficas de Hollywood, ha salido del armario en el blog INDIEWIRE de una forma cuanto menos original: Le ha escrito una carta al personaje que interpretó hace una década en el filme que acuñó el término mean girls para referirse a las celebrities femeninas más revoltosas y desfasadas -léase Britney, Lindsay, Nicole o Paris..-
Tal y como han reproducido en el blog, el figurante con frase de la recomendable ‘Party Monster’ se dirigía de tú a tú con el personaje de ficción, relatándole cómo había cambiado su vida desde que lo encarnó en 2004, confesándole cuán icónico había resultado para los adolescentes gais que vieron la película.
Ojalá te hubiera tenido de modelo de conducta cuando era joven. Podría haber sido mucho más fácil para hacerme adulto como chico gay. […] Eras hermoso en todos los sentidos y ninguna palabra podía derribarte.’
El actor prosigue su carta abierta explicando por qué no ha salido antes del armario. Para Franzese, su experiencia en Hollywood le había enseñado que existían ‘techos de cristal’ para los actores gais que no habían demostrado ser una enorme fuente de ingresos anteriormente.
Eso, unido al deseo del actor de interpretar el mayor número de papeles diferentes, le empujó a esconder su orientación sexual en su trabajo, no así en su vida personal.
Cuando me convertí en actor, yo quería interpretar un montón de papeles […] Y… ¿Sería capaz de hacerlo después de presentarme como un sensible, cursi, amante de Ashton Kutcher vestido de rosa? Aunque yo era optimista, Hollywood no tanto. Por eso me encontraba con un ‘techo de cristal gay’ en cada casting.’
Finalmente, Daniel Franzese agradece a su personaje habere ‘arruinado la vida en su momento’ -el actor dejó de frecuentar bares de ambiente y a varias amistades por miedo a la filtración de su condición sexual- para que diez años después pueda haber llegado a este punto, en el que ha reconstruido su persona al nivel de la calle y no de la industria.
No fue hasta varios años más tarde cuando hombres adultos comenzaron a pararme por la calle -algún que otro hasta con con lágrimas- agradeciéndome haber sido un modelo a seguir para ellos. Me contaban que no sólo les infudía aliento para ser joven y gay, sino también un tío grande. Fue entonces cuando me di cuenta del impacto tan grande que habías hecho en ellos.’