Para su primera historia en solitario, Chloé Cruchaudet ha recurrido a una historia real que ya había sido abordada por Fabrice Virgili y Danièle Voldmanen en ‘La Garçonne et l’Assassin’.
La perturbadora historia de amor protagonizada por un militar que deserta de la Primera Guerra Mundial y su esposa costurera sirve como lienzo para que Chloé dibuje diferentes cuestiones: la identidad sexual como algo impuesto, la presión social contra el otro, el pesimismo existencial, lo absurdo de la guerra, los viejos patrones sexistas y la inescrutabilidad del amor.
La historia arranca en los años previos a la Primera Guerra Mundial. Chloé nos muestra a dos jóvenes que a pesar de las recomendaciones de familiares y amigos son incapaces de poner freno a la irremediable atracción sexual que sienten.
En poquísimas páginas, la autora consigue trazar una historia de amor que, atendiendo a los pequeños detalles, consigue transmitir veracidad y realismo.
Sin embargo, la Primera Guerra Mundial separa a los jóvenes. Paul debe acudir a las trincheras de las afueras del país y sin casi darse cuenta de ello, su alma se llena terror, frustración, locura y de un dolor que le acompañará a lo largo de toda su vida.
Después de cruzar varias miradas con la muerte, Paul decide desertar y regresar junto a su querida Louise. Sin embargo, la vuelta a la sociedad no será fácil para él. La ley persigue a los desertores y tras estar varias semanas encerrado en un pequeño cuarto alimentando su hastío vital decide que tiene que salir a la calle de incógnito… y lo hace bajo la identidad de Suzanne.
A lo largo de diez años, Paul asume la identidad de Suzanne… Algo que conducirá a nuestro protagonista a descubrir su verdadera identidad sexual, a chocar con el conjunto de la sociedad y a un destino que no puede dejar de ser trágico.
La transformación de Paul Grappe
La cuestión de la formación de la identidad sexual es uno de los pilares de la obra. Paul se convierte en un travesti a la fuerza, por sus ansias de libertad. Sin embargo, poco a poco comienza a estar cómodo con su nuevo yo femenino. Teniendo a su mujer como maestra, Suzanne comienza tener una visión femenina completa… Con el paso del tiempo Paul estará más cómodo sintiéndose mujer que como hombre y finalmente su transformación llega a tal punto que su esposa comenzará a sentir celos por su feminidad.
‘Degenerado’ también nos muestra que la identidad de género es libre, permeable y cambiante. Paul es el ejemplo de cómo un hombre que no tiene ningún tipo de tendencias travestis acaba convirtiéndose en mujer por supervivencia y como el punto de vista femenino cambia para siempre su forma de ver y pensar la vida.
La autora también nos muestra los prejuicios de la sociedad parisina del primer tercio del pasado siglo. A pesar de que París vivía sus años locos y la bohemía invadía todas las calles del Montparnasse, la sociedad se mostraba beligerante con el colectivo LGTB.
De hecho, se nota una especial inquina hacia el colectivo gay. Y es que como ha indicado la propia autora en diversas entrevistas, había cierta persimividad hacia las relaciones lésbicas, por el hecho de que la guerra se llevó a muchos hombres, pero nunca una aceptación real.
Resulta bastante significativo que el espacio donde Paul y Louise encuentran una verdadera aceptación sea en el parque de Bois de Boulogne de París, donde se practicaban todo tipo de relaciones sexuales.
Una pluma, diferentes estilos
Chloé Cruchaudet consigue enriquecer ‘Degenerado’ gracias a una mimesis de estilos. A lo largo de sus 160 páginas podemos observar diferentes estilos, nuevos matices que añaden valor a la historia. El estilo consigue vencer a la forma, de este modo, las viñetas se mueven al ritmo de la historia.
La parte de la Primera Guerra Mundial se convierte en una puñalada para el lector. La autora cambia el fondo blanco del resto de la obra por un fondo negro, tan negro como el futuro de los que están en las trincheras.
A lo largo de la obra, la autora se basa en tres colores: blanco, negro y rojo. Con un estilo cercano a la acuarela, la autora consigue enternecer al lector (cada beso parece cincelado por Auguste Rodin), el amor que sienten Paul y Louise se refleja de una manera lírica, paro también hay espacio para la crítica al macho feroz, al sinsentido de la guerra, a la figura del inadaptado y al amor más puro. Un cómic transgresor, poético, arriesgado y en ocasiones de una belleza tan cruda… que llega a doler.