Cuidar a quien cuida

Un/a cuidador/a aporta ayuda a la vida cotidiana de una persona con unas necesidades especificas. Estos pueden ser enfermeros, trabajadores sociales, familiares, etc. Son una garantía de la calidad de vida y trabajan lo más cerca posible de la persona, lo que resulta a menudo físicamente agotador, pero también viven una intimidad muy cargada emocionalmente. La persona que cuida debe tener como prioridad el cuidarse.

¿Qué es el burn-out?

El fenómeno burn-out es el agotamiento del cuidador. Se trata de un estado de fatiga o de frustración. Se produce por el hecho de dedicarse de forma intensa, a una causa o a una manera de vivir que no aporta, por la situación misma de la persona a la que se cuida y sus características, la recompensa que desearíamos.

Esto puede llevar a perder el sentido profundo de lo que esta haciendo y acabar influyendo en la motivación esencial que mantiene al cuidador en su compromiso.

El agotamiento del cuidador es, además, la respuesta a un estrés emocional crónico.

El riesgo de que aparezca el agotamiento viene dado porque los cuidadores conocen de primera mano la situación por la que esta pasando la persona a la que cuidan, los lazos creados de afecto son a la vez un refuerzo para él, pero también una fuente de angustia y de dolor.

Por otro lado, es frecuente que los cuidadores no tengan un espacio donde compartir sus emociones y darles importancia.

Hay ciertos factores desencadenantes del desgaste del cuidador, como la sobrecarga de tareas, los horarios excesivos, la ausencia de una red personal de soporte como recurso, las relaciones laborales o familiares, el reconocimiento de los demás, la ambigüedad de roles y los conflictos que esto provoca. Otro factor desencadenante o acelerante del agotamiento del cuidador es la gravedad de la  situación de la persona cuidada.

Síntomas y signos de alerta que se deben tener en cuenta en el cuidador

  • Cansancio, agotamiento físico y psíquico, insomnio.
  • Problemas físicos : palpitaciones, temblor, molestias gástricas, dolor de espalda, dolor de cabeza…
  • Pérdida de interés por las aficiones habituales.
  • Cambios bruscos de humor, susceptibilidad, irritabilidad, agresividad.
  • Problemas para concentrarse.
  • Aislamiento social.
  • Consumo excesivo de alcohol, cafeína, o pastillas para dormir.

El agotamiento que no es adecuadamente atendido tiene el riesgo de llegar a repercutir en un automaltrato. El cuidador se maltrata a si mismo porque no quiere reconocer su agotamiento y la necesidad de ser ayudado él mismo. Esta situación puede afectar a su entorno y en los casos más extremos a la persona que cuida.

Medidas que nos pueden ayudar a prevenirlo:

  • Es fundamental cuidar la propia salud: comer sano y con un horario respetado, hacer ejercicio y despejar la mente.
  • Descansar; respetar las pausas de reposo, dormir suficiente.
  • Evitar el aislamiento: mantener un entorno personal que apoye.
  • Mantener las aficiones habituales.
  • No abusar de las sustancias estimulantes o relajantes: alcohol, tabaco,.
  • Tener muy presente el sentido del humor.

El autocuidado del cuidador es básico para el bienestar personal y para poder ofrecer una mejor atención a las personas que son cuidadas. La detección y prevención del agotamiento ha de ser un objetivo prioritario tanto a nivel individual como institucional, para evitar el sufrimiento del cuidador y, en casos extremos, que repercuta en la persona cuidada.

Con pequeños cambios de actitud, se pueden producir grandes beneficios en la relación de ayuda.

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