En el mundo, tras largos años de investigación, solo se han observado dos especies que prefieren a un individuo del mismo sexo de por vida, aunque haya disponibles individuos del sexo opuesto: los humanos, naturalmente, y las ovejas domesticadas.
En los rebaños, hasta un 8% de los machos prefiere a otro macho aunque haya disponibilidad de hembras fértiles. Esto significa que las ovejas pueden ser homosexuales de manera permanente, y este caso es diferente a los demás, porque no resulta evidente cómo esta preferencia puede beneficiar a los machos.
¿Cómo puede transmitirse esta preferencia por otros machos si los machos no se reproducen?
La respuesta es que, probablemente, no beneficie a los machos homosexuales, pero sí a los demás, que pueden tener los mismos genes y pueden pasarlos a la siguiente generación.
Si estos genes tienen un efecto tan beneficioso en las hembras, esto supera el efecto en los machos, y por eso el gen seguirá persistiendo
Para que eso ocurra, los genes que hacen que algunos machos sean homosexuales deberían tener otro efecto positivo en otras ovejas.
El neurocientífico Simon LeVay sugiere que ese mismo gen que promueve la homosexualidad en las ovejas macho podría hacer que las hembras sean más fértiles o tengan un mayor deseo de aparearse.
“Si estos genes tienen un efecto tan beneficioso en las hembras, esto supera el efecto en los machos, y por eso el gen seguirá persistiendo”, dice LeVay.
No obstante, estas preferencias de por vida se han observado solamente en las ovejas domesticadas. No está claro si esto mismo ocurre en ovejas silvestres, pero si la teoría de LeVay es correcta, probablemente no ocurra.
Las ovejas domesticadas están criadas para producir hembras que se reproduzcan con la mayor frecuencia posible, lo cual puede haber dado lugar al aumento de machos homosexuales.
LeVay concluye que solo los seres humanos son los únicos casos en los que se ha documentado homosexualidad “verdadera”.
“Lo que se ha descrito es que a muchos animales les gusta acoplarse con parejas de ambos sexos”.
Puede que nunca encontremos un animal salvaje que sea estrictamente homosexual como ocurre con los seres humanos. Pero podremos encontrar muchos que no conforman con las categorías tradicionales de orientación sexual.
Los animales usan el sexo para satisfacer toda suerte de necesidades, desde el placer sexual hasta el ascenso social. Y eso, implica, evidentemente, ser flexible.