Independientemente del ámbito donde se dé -pareja, familia, amigos, trabajo, etc.-, toda relación tiene que estar basada en el amor, el respeto, la comunicación, la libertad y la confianza.
Una relación es considerada como tóxica cuando las personas involucradas en la misma terminan lastimadas física, emocional o psíquicamente, sintiendo mucho más sufrimiento, insatisfacción y ansiedad, que felicidad y paz.
Son vículos afectivos donde el desgaste es enorme, y para que no termine, se utilizan mecanismos de manipulación, como el sentimiento de culpabilidad, el sarcasmo y la ironía.
Suele ser muy complicado acabar con una relación ‘tóxica”, ya que el miembro víctima puede llegar a perder su personalidad y su capacidad de tomar decisiones frente a su relación.
La víctima suele creer que podrá cambiar al otro, y debido a su baja autoestima, el miedo a la soledad, el abandono o el rechazo, mantiene la creencia de que nadie más lo va a querer o aceptar.
¿Cómo podemos identificar a las personas tóxicas?
En general, comparten una forma de relacionarse:
- Tienen una habilidad especial para provocar y ser parte de los conflictos, con la intención de sentirse poderosos/as frente a esas mismas situaciones, adoptando la postura de víctima o victimario.
- Cuando se sienten dueños/as de la situación, y están acostumbrados a quererlo todo, debido a una situación de sobreprotección en su infancia, adoptan el rol de victimarios/as, generando situaciones violentas con una alta agresividad verbal e incluso física.
- Por el contrario, cuando adoptan el rol de victimas, son personas inmaduras e inseguras, quienes nunca encuentran su lugar, sintiéndose siempre menospreciados o maltratados por todos/as los demás.
Y unos rasgos de personalidad compartidos:
- Baja autoestima: Mantenienen la creencia de no ser merecedores de amor, respeto, de algo mejor, llegando a creernos las palabras hirientes que nos dicen, convirtiendo a la otra persona en la única ”salvadora” que siempre va a estar ahí, cuidándonos.
- Dependencia afectiva y emocional: Suplimos las necesidades afectivas (amistades, familiares, laborales) solo con esa persona, pretendiendo que cubra todos nuestros vacios, conformándonos con cualquier tipo de expresión de afecto que nos ofrezca, lo cual nos va generando una frustración enorme, que no vemos, porque no queremos ver.
- Creencia de ser el ”salvador/a”, contrario a lo anterior, fantaseamos con la idea de que nuestro objetivo en esta vida es cambiar, ”mejorar” al otro, y que podemos reducir sus malestares. Esto solo provoca frustración y sufrimiento porque las expectativas de partida no son nada reales y porque queda de manifiesto continuamente que estamos enamorados de lo que queremos que la otra persona sea, no de lo que es.
- Ansiedad por cumplir las expectativas sociales: Tomando decisiones personales porque socialmente ”es lo que hay que hacer”, porque es lo que se espera de nosotros/as, enmascarando la realidad con tal de encajar en la sociedad.
¿Qué puedo hacer para salir una relación tóxica?
- Lo primero es ser sinceros/as con nosotros/as mismos/as, hacer un trabajo de introspección -mirarnos hacia adentro-, dedicándonos tiempo para reconocer nuestros sentimientos e identificar si estamos sumergidos en una relación tóxica.
- Si con toda la información anterior consideramos que sí nos encontramos dentro de una relación tóxica, debemos proceder a identificar qué papel jugamos nosotros/as dentro de la relación: víctima, sumiso, salvado, victimario, agresor, salvador.
- Abandona el rol en el que te has visto identificado/a para generar un cambio de actitud en la otra persona. No hay victima sin victimario, ni verdugo sin sumiso.
- Invierte todas las energías en ti mismo/a, empieza a tomar decisiones que sean acordes a tus necesidades y a tu bienestar, utilizando la comunicación verbal y no verbal para manifestar en todo momento nuestros sentimientos y necesidades reales. Has pasado mucho tiempo pendiente de otra persona, siendo el satélite orbitando alrededor de un planeta.
- Como nuevo mantra personal, debemos repetirnos todos los días que nadie nos ata porque el amor es libertad, que somos libres para decidir con quién queremos compartir nuestra vida tal y como somos, que merecemos todo el amor y el respeto que nos brinden y que el amor solo puede sumar, nunca restar, porque en una relación saludable ambas partes se enriquecen y crecen juntas, desde la independencia.