Las bodas gays son más antiguas de lo que crees
El matrimonio gay es una “institución” (si podemos llamarle así) que no es precisamente antigua, al menos en la legalidad de hoy en día. Hace poco más de una década que llegaron las primeras bodas homosexuales al mundo.
En México podemos sentirnos orgullosos de permitir a las personas casarse con otra persona del mismo sexo. Corría el 2015 y parece que hayan pasado muchísimos años, pero no son tantos.
Es por ello que nos sorprende muchísimo descubrir como algo tan nuevo como las bodas gays ya existieron en el mundo hace nada más y nada menos que 450 años. En Italia y en Francia.
Michel de Montaigne fue un filósofo y moralista que a finales del siglo XVI escribió dos historias en las que relató precisamente eso: las ceremonias de boda de personas del mismo sexo.
La primera de ellas fue un par de mujeres al este de Francia y la segunda pareja en contraer matrimonio gay en el siglo XVI fueron dos hombres, en Roma.
Puede parecer todo muy bucólico, pero hemos de recordar que en esa época, como hoy en muchos países de Oriente, la homosexualidad está penada en muchos casos con la muerte, por lo que realizar una boda entre dos hombres o dos mujeres era una casi segura sentencia a acabar sin cabeza o enterrado con los gusanos. La sodomía era muy criticada, especialmente al ser una sociedad muy religiosa y que no perdonaba una.
La evolución del matrimonio en la historia
El siglo XII fue todo un impás en lo que se consideraba una boda: la Iglesia Católica requería el consentimiento de los esposos en el famoso intercambio de votos. A nivel institucional era básicamente una forma de heredar los bienes del otro.
La boda gay de Gasparo y Gioseffe
En julio de 1578, según cuenta Michel de Montaigne, inmigrantes provinentes de España y Portugal se reunieron en una iglesia, bebieron y disfrutaron hasta que llegó el momento en el que celebraron una boda entre dos de ellos. O eso cuenta la historia, porque en realidad, Gioseffe nunca se presentó por estar enfermo. Igualmente los rumores de esta boda gay llegaron a oídas de las autoridades romanas que encarcelaron a Gasparo y, finalmente, lo ejecutaron.
Es importante recordar que hoy no luchamos por hacer el matrimonio nuestro, sino por tener los mismos derechos a ser felices. No puede ser que una persona sea considerada “igual” a otra en según qué aspectos.
Si tenemos derecho a votar, a coger en el autobús, a trabajar y a cobrar lo mismo, también tenemos derecho a casarnos, comprarnos una casa, vivir en pareja y ser felices sin nadie que lo impida.
Ahora mismo tenemos un gobierno que tiene muchos problemas con la homosexualidad, por lo que es un momento más importante que nunca para ser combativo con todos los argumentos posibles (que no son pocos).