Anita Bryant, al igual que la mayoría de los ciudadanos estadounidenses promedio de los años 70 profesaba un conjunto de valores que consideraba buenos, tenía una educación religiosa y creía que la familia era lo más importante. Lo único que la diferenciaba del resto era que poseía éxito, fama y presencia constante en los medios de comunicación, pues dedicaba su vida a la música y al modelaje.
Esta mujer protagonizó un momento icónico para el movimiento de liberación homosexual, momento que pasaría a la historia, y que incluso le daría empuje y unidad al colectivo LGBT de Estados Unidos, cuando en un evento homofóbico que lideraba recibió un ataque por parte del activista Tom Higgins, quien plantó un pastelazo en plena cara y en televisión nacional.
Corría la década de los 70’s y la lucha por el reconocimiento de los derechos de las personas LGBT estaba tomando fuerza, por lo que poco a poco ganaba territorio y presencia. En enero de 1977 fue emitida una ordenanza en el condado de Miami, Floria, destinada a prohibir la discriminación en el ámbito laboral, la asistencia pública y la vivienda basada en la orientación sexual de las personas.
Dicha ley escandalizó a Bryant, quien gracias a su posición económica e influencia pudo crear una organización llamada “Save our Children” (Salvemos a nuestros niños), una coalición y campaña permanente integrada por cristianos fundamentalistas. El objetivo de esta organización era informar a la población sobre “los peligros” y “amenazas” que representaba el reconocimiento de los derechos LGBT. Con una táctica de desprestigio que presentaba a los homosexuales como inmorales y como un riesgo para los niños, intentaban lograr su principal objetivo: dar marcha atrás a la norma que prohibía su discriminación. Anita fue el rostro de todo este movimiento.
El esfuerzo de los opositores fue tan grande que lograron someter la ordenanza a referéndum y con una victoria del 70% la misma fue derogada. La batalla emprendida por Save your Children enfureció a la población LGBT, específicamente a los hombres gays, quienes emprendieron estrategias para luchar contra lo que la cantante profesaba.
Iniciaron realizando un boicot en contra de una marca de jugo de naranja que tenía como imagen a Anita Bryant. Los bares gays dejaron de comparar el producto y comenzaron a vender una bebida que llevó el nombre de la mujer, la cual era realizada con vodka y jugo de manzana; las ganancias obtenidas de la venta del licor eran destinadas a una campaña en contra de la conservadora.
El momento clave de este episodio sucedió en una conferencia de prensa realizada en Des Moines, Iowa, y convocada por Anita para hablar de su movimiento. Mientras la mujer daba detalles sobre su cruzada nacional en contra de los homosexuales, Tom Higgins, un activista local, se acercó a ella y de forma inesperada le lanzó un pastel en su rostro. El acto fue captado en su totalidad por los medios, difundido y conservado para la posteridad.
Luego del pastelazo, y por recomendación de su marido, Bryant comenzó a rezar y pidió a Dios la salvación del activista, para finalmente romper en llanto: “Afortunadamente fue un pastel”, dijo la cantante tras recibir el impacto en su cara.
El movimiento LGBT se convirtió en un asunto a nivel nacional gracias a la mediatización que Bryant le otorgo; rápidamente ganó el apoyo y el rechazo de muchos, por lo que se vieron muchas protesta en contra de su figura. De alguna forma, el activismo de esta mujer despertó y reforzó la solidaridad de los grupos a favor de los derechos de los homosexuales.
Después de su divorcio, los grupos cristianos que la apoyaban decidieron abandonarla y perdió el contrato con la Florida Citrus Commision, por lo que dejó de ser la imagen del famoso jugo de naranja que los bares gays habían vetado. Actualmente Anita Bryant sigue con vida y tiene 80 años de edad.