Ale, Thomas, Mais, Jhonnatan, Andrés y Gustaff son un grupo de hombres cuya pasión por la música e historias de vida los llevó a formar una agrupación musical: 250 miligramos, desde la que relatan y retratan las difíciles situaciones que afrontan cada día, ya que no se trata de una banda común y corriente, todos sus integrantes son hombres transgénero que comparten su pasión por los derechos de las personas LGBT, la diversión, y la música.
“La cuestión del nombre es importante, me llamaba Angie Paola. En el colegio me decían sólo Angie, era un persona excluida y tímida. Me gustaba mucho cómo sonaba Andrés y cuando la gente lo decía empecé a sentir que era yo”, señaló Andrés.
Cada uno de estos jóvenes tiene historias íntimas que definen sus vidas y que están relacionadas con su identidad de género, con las normas de género biolgicistas, la resistencia y la lucha por los derechos humanos y la inclusión de las personas LGBTI en la sociedad. La banda se presenta todos los martes y viernes en el Centro de Ciudadanía LGBTI de la Ciudad de Santiago, Colombia.
La batería, el bajo, la guitarra, el micrófono y demás instrumentos son montados para dar rienda suelta a sus letras y covers intervenidos con el fin de exponer las vivencias que tienen los hombres trans. Jonathan es el bajista del grupo y quien lidera la banda, él se encarga de gestionar las presentaciones. Creció en una época en la que el acceso a la información sobre la transgeneridad era casi inexistente y cuando había fuertes estigmas en torno a la sexualidad.
“No voy a decir mi anterior nombre porque esa persona está muerta para mí. Me di cuenta de que la sociedad debía de saber que existimos”, señaló Jonathan quien salió del clóset como hombre trans a los 38 años y actualmente tiene una hija de 21. Al reconocer su identidad de género supo que tenía un compromiso y debía emprender un proyecto activista. Mais está en la guitarra, Thomas en la batería, Ale también en la guitarra y Andrés en el teclado.
Viviana es la única mujer que los acompaña y junto con el resto de los integrantes dan voz a la música que crean en el grupo. Ella se encarga de administrarles sus inyecciones de testosterona. “Queríamos hacer una relación del tema trans con la banda, una propuesta para el nombre fue Nébido y la otra era 250 miligramos. Pero una amiga me dijo que nos decidiéramos por 250 miligramos, porque no era tan obvio”, el nombre hace alusión a la cantidad de testosterona que los hombres trans se inyectan como parte de su proceso de transición de género.
Antes de formar 250 miligramos, Ale fundó la banda Voz por Voz, influenciada por la música andina, pero tras formar la banda con sus amigos trans se disolvió. La primera presentación de la banda fue en el Park Way en Colombia, una fecha que marco a todos sus integrantes, pues el nerviosismo los invadía, pero en él descubrieron que querían que el proyecto perdurara.
“Me acuerdo que estábamos asustados por la primera presentación, pero pienso que no fue tan estresante porque yo sabía con qué tiempo íbamos, no me iba a poner a exigir, no tenía que sonar perfecto porque la música es un proceso”, comparte Ale. Para todos los integrantes, asistir a los ensayos y tocar sus instrumentos es una especie de refugio en los que pueden olvidarse de las situaciones de vulnerabilidad que ellos y otras personas que conoce padecen, como Gustaff, quien afirma que no puede faltar a los ensayos debido a la pasión que siente.
Además, se divierten y envían un mensaje de aceptación pero a la vez hilarante. La primera canción que lanzaron a manera de cover es Todos me miran de Gloria Trevi, al principio no sabían si realizarla pues la canción realmente habla de las experiencias de una mujer trans. Por ello decidieron intervenirla para acercarla más a lo que vivían. Tras el proceso creativo quedaron fascinados con el resultado. “Me corté el cabello, me fajé las tetas; Cambié los tacones, por unas punteras; Caminé a la farmacia, me inyecté la testo; Me cambié de nombre, y me creció la barba; Y miré la noche ya no era oscura, y deje de ser ella”, canta la banda, ríen y se divierten con esta ocurrencia basada en su identidad.
Estos jóvenes tienen que luchar contra la discriminación, todos han padecido la imposibilidad de acceder a un trabajo, a las miradas que los juzgan, al rechazo familiar, las puertas les fueron cerradas a todos. Lo mejor que les puedo haber pasado es su transición, momento en el que pudieron ser ellos mismos, por ello le rinden homenaje en el nombre de la banda.