Son hombres y, pese a que muchos de ellos ya superan los cuarenta, siguen siendo unos sex simbols. Su imagen es su carta de presentación y no están dispuestos a ceder terreno a los nuevos galanes que les pisan los talones.
No tienen ni un pelo de tontos ni suyo propio, pero esto no les resta ni un ápice de atractivo. Coquetos, acomplejados o camaleónicos, la vieja escuela se ha aliado con la cirugía capilar para permanecer eternamente joven.
Siempre discreto y detrás de la cámara, Alejandro Amenábar se ha puesto algunos pelillos para cubrir de flores su azotea.
Él no forma parte del star system, ni tiene que competir casting a casting con jovenzuelos greñudos con ganas de comerse Hollywood. Sin embargo, el joven realizador no se resigna a dejar al aire sus sesitos en alfombras rojas y photocalls.
Pero las razones van más allá del ámbito profesional y, aunque el dicho afirma que los calvos son más viriles, Alejandro sabe que los pelones se los llevan de calle. Amenábar se ha pispado y ha dicho ‘agora’ me pongo pelo para seguir siendo carne de cañón en las discos más molonas.
Doblándole en edad y en atractivo, Julio Iglesias tampoco está dispuesto a perder ni una sola de sus grupis sesentonas. Para ello tiene dos truquitos.
El primero de ellos consiste en salir de su cripta de rayos uva exclusivamente para dar sus conciertos y para complacer a Miranda y a la tribu de los Brady que se ha montado a base de esfuerzo.
Él lleva en la sangre los genes de Papuchi y quiere llegar a su edad con la misma marcha. En la cama nada falla, pero su almohada otoño a otoño ha visto ir cayendo su cabellera caducifolia.
Su hijo Enrique está al acecho y con el fin de superarle en sex appeal ha hecho un pacto con el cirujano para repoblar su infinita frente.
Casi de la quinta e igual de mediterraneo que nuestro Julito, el presidente de Italia ha dado un paso más en la coquetería del madrileño.
No sólo les unen los boleros. Los rayos uva y los injertos de cabello son un denominador común de ambas estrellas mediáticas.
Lo que les diferencia es el alisado y no nos referimos a su cabello. Si el cantante del ‘Me va, me va, me va’ de vez en cuando se pasa las planchas por el pelo, el dirigente de Forza Italia se las pasa por la cara, ya que son varios los liftings a los que se ha sometido. Todo para mantenerse joven de cara al electorado y seguir siendo un tigre para las belinas de la televisión posee.
De Lombardía a la mismísima Mancha, donde el actual Presidente del Congreso decidió seguir los pasos de Il Cavaliere.
¿El motivo? El mismo, seguir siendo todo un chaval de cara a los votantes y precisar del mínimo de photoshop en los carteles de campaña.
Pero esta no era la única foto en la que Bono quería salir bien, ya que su operación coincidió con la boda de su hija con el vástago de Raphael. ¿Querría acaso competir con esa melena de ‘Escándalo’?
La meca del cine tampoco es indiferente a la técnica del implante y el postizo. Todo lo contrario podemos decir que es la cuna y el referente para los cientos de hombres que se someten cada día a este tipo de operaciones en el mundo.
Nicolas Cage, Kevin Costner o John Travolta son algunos de los casos más significativos. A este último le pillamos semanas antes del estreno de ‘Hairspray’ totalmente rapado para, a posteriori, presentarse en la premiere con el cabello notablemente crecido.
Dos opciones: o usa crecepelo o, bien, tira de peluquín. De lo que no hay duda es de que Travolta se ha delatado él solito y que le queda muy poco del tupé que lucía en ‘Grease’ o ‘Fiebre del sábado noche’
Otros dos galanes del séptimo arte que en los últimos tiempos están viendo peligrar sus tronos son Tom Hans y Jude Law.
De nada le sirve a Hans haber ganado dos Oscars si su imagen empieza a flaquear y su cada vez más debilitada cabellera comienza a dar signos de que el actor de ‘Big’ ya está demasiado crecidito. Quizá por ello, al igual que Nicole Kidman, usa postizos y pelucas en todas sus últimas películas.
Sin pelucas, pero con unas incipientes entradas que cada vez son menos incipientes, Jude Law también se encuentra en la cuerda floja de Hollywood y su popularidad pende de un hilo o, mejor dicho, de un pelo.
Uno de los últimos en someterse a este tipo de operaciones ha sido el polémico Mel Gibson, del que últimamente se habla más por sus escándalos que por sus peliculas.
Siempre será recordado por la melena que lució en ‘Braveheart’ o ‘Arma Letal’, pero lo cierto es que ya queda muy poco de ese pelazo. En la actualidad se lo ha rapado y según publica la revista Star ha hecho una repoblación capilar.
Probablemente los descerebrados actos y declaraciones a los que nos tiene acostumbrado hayan sido un factor clave en su pérdida de cabello.
Sospechosos son también los continuos cambios de look a los que nos tiene acostumbrados Pedro Marín.
Reapareció en la escena pública rapadete y totalmente desnudo protagonizando una de las portadas más emblemáticas de Zero. En ella dejaba a atrás a aquel ídolo de juventud que con aire camilosextero intentaba cortejar a jóvenes y niñatas.
Con ‘Pulpo negro’ optó por todo tipo de postizos y extensiones que le devolvían su carácter aniñado de antaño. Fue tan buena la experiencia que para su último disco ‘I will glam’ vuelve a tirar de tonalidades castañas cual Teresa, la amiga de Barby, que vuelven a coronarle como el popero más transgresor del panorama patrio.
Políticos, realizadores, actores, cantantes encabezan la lista de personalidades que han hecho pública una problemática privada que acompleja a decenas de ciudadanos anónimos.
Jose María Iñigo dio la cara por todos ellos y después de una vida de represión bajo peluquines imposibles e incomodísimos se atrevió a raparse. De lo que no se despojó fue de su carismático mostacho que le convirtieron en el icono de nuestra televisión durante décadas.
Para él fue toda una liberación afeitarse, al igual que para los muchos hombres que padecen la alopecia y que rapados o rasurados pueden lucir igual de sexys que los más pelones.
Calvitos o no, echemos ‘pelillos a la mar’, para concluir que ‘dónde hay pelo hay alegría y dónde no también’.