Todas hemos pasado por momentos o situaciones en las que nos hemos sentido inseguridades; no hablamos sólo de la vida en general, sino en la cama.
Es cierto que hay determinadas situaciones, como al término de una relación larga, tras la pérdida de una pareja, al descubrir tu preferencia sexual o circunstancias particulares que pueden suponer inseguridades, pero no es necesario que algo fuerte suceda en tu vida para sentirte tímida, nerviosa, con ganas de no llevar los calzones de Brigitte Jones o el brasier push up que te hace sentir bien vestida, pero te mata de vergüenza pensar que lo vean o de plano de quitarlo y que se descubran tus secretos.
Todas hemos cachado de pronto nuestro reflejo frente a un espejo indiscreto y querer sumir la panza o voltearte o, de perdida, cerrar los ojos para no verte más.
Lo cierto es que, lo creas o no, a nadie más que a tu cabeza le importa. Tu pareja está disfrutando, está concentrado/a en disfrutar. Tú estás ahí para disfrutar también, para pasarla bien.
Así que olvida el espejo, los chones, tus expectativas y disfruta. Disfruta tus sensaciones, concéntrate en tu disfrute, tú eres la protagonista y, a final de cuentas, la persona con la que estés disfruta también de tu cuerpo, lo juzgues como lo juzgues.
Todos tenemos gustos diferentes y no dudes que tú, exactamente como eres, con cada estría, marca de celulitis y grano, eres la mujer perfecta para ese par de ojos que te miran excitado/a.