Según una investigación realizada por la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA), una de las organizaciones civiles a favor los derechos de las personas LGBT más importantes a nivel mundial, una de cada cuatro personas alrededor de nuestro planeta cree que las personas que establecen relaciones sexuales y afectivas consensuales con personas de su mismo sexo deberían ser consideradas criminales.
Minorities Report 2017: Attitudes to sexual and gender minorities around the world, es el título de la investigación mundial que se realizó en todos los continentes en busca de conocer cómo viven la discriminación y la violencia las personas de la diversidad sexual en los diferentes territorios del mundo. Pese a que de forma general el porcentaje del pensamiento a favor de la criminalización de la homosexualidad se colocó en 28.5%, los resultados varían de región a región, ya que mientras que en Australia el porcentaje es de 15%, en África se dispara hasta el 50%.
En algunos países, los altos índices tienen una relación directa con la legislación vigente que penaliza la homosexualidad, pues en los países donde el sexo gay es actualmente criminalizado el 42% de los entrevistados dijo estar de acuerdo con que el sexo gay debería ser un crimen; mientras que en los países donde la homosexualidad no es criminalizada el porcentaje se colocó en 21%.
Los porcentajes de la población con pensamiento a favor de la criminalización de la homosexualidad fueron: América del Norte (19%), América del Sur (19%), Europa Occidental (19%), Europa del Este (23%), Medio Oriente (36%), África (46%).
“Es preocupante que estas actitudes hacia la criminalización ronden la marca del 20% en muchos países desarrollados. La ley afecta la actitud de las personas”, dijo Aengus Carroll, principal investigador, quien señaló que parte de estas consideraciones a nivel mundial se deben a una “matriz de valores tradicionales” que hace que las personas equiparen la homosexualidad con la pedofilia.
Y añadió: “Es universalmente claro que cuando los encuestados conocen a alguien perteneciente a las minorías sexuales o de género en sus culturas, sus actitudes parecen ser significativamente más inclusivas e inclinadas hacia la igualdad de trato”.
No cabe duda que a estas alturas el tener resultados así de este tipo de investigaciones es una vergüenza mundial que nos hace darnos cuenta qué lejos estamos de ser la civilización tolerante, incluyente y respetuosa que debimos ser desde hace mucho tiempo.