«Así es como celebramos las múltiples capas de identidades que hacen a Canadá extraordinario y fuerte», declara Justin Trudeau, Primer Ministro de Canadá, quien acompañado de su esposa, Sophie Gregorie Trudeau, y de sus hijos, Ella-Grace y Xavier, y con una calcomanía con los colores de la bandera del Orgullo LGBT, ha encabezado por segundo año consecutivo el desfile del orgullo, el año pasado en Vancouver y este domingo, 25 de junio, en el de Toronto, en el que han participado alrededor de diez mil personas y ha tenido la presencia de más de un millón de espectadores.
Entre fuertes medidas de seguridad, Trudeau saludaba a los espectadores que vitoreaban a lo largo de un desfile que se ha desarrollado a lo largo de casi dos kilómetros por el principal vértice de la ciudad y que ha estado caracterizado por las sátiras al presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, con consignas como «por un mundo sin fronteras» y contra el terrorismo, en el que han participado todo tipo de representares de sectores profesionales, como profesores, funcionarios, personal sanitario, bomberos, sindicalistas, estudiantes o representantes de aerolíneas, industrias tecnológicas o partidos políticos, además de familias de personas homosexuales, bisexuales y transexuales que han apoyado a sus familiares con pancartas como «amo a mi hijo transexual».
Un conflicto al que ha pretendido poner fin el activista y reverendo anglicano, Brent Hawkes, que ha anunciado su retirada del servicio religioso con un llamamiento a la inclusión al afirmar que «cualquier grupo que apoye a la comunidad LGBT es bienvenido». Una afirmación a la que se han sumado el alcalde de Toronto y el propio Justin Trudeau.