Una muestra LGB dentro de los 7700
Es la primera vez que un estudio de estas características se hace público en Reino Unido -habitualmente llegan desde Estados Unidos-. Los adolescentes comprendidos en una franja de 14/15 años hasta los 18/19 son más propensos a consumir alcohol y tabaco. El estudio se ha publicado después de haber hecho un seguimiento a los mismos jóvenes durante 5 años.
El objeto del estudio era analizar las posibles desigualdades entre diferentes minorías dentro del mismo colectivo adolescente para así focalizar la atención más pormenorizada en el sistema sanitario. Para no hacer una evaluación discriminatorio y/o orientativa, se pregunto a los jóvenes sobre su orientación sexual al finalizar el estudio, a los 18/19 años, algo que manifiesta la veracidad de los datos.
De los 7700 participantes, un 3,5% resultaron ser lesbianas, gais o bisexuales. Dentro de esta muestra, se observó que tanto gais como lesbianas tienden a un mayor consumo de alcohol semanal durante su adolescencia y también de forma parecida, el consumo de tabaco. Por otro lado, los encuestados bisexuales coincidían en cuanto al consumo de cigarrillos pero manifestaron un comportamiento similar al de sus homólogos heterosexuales con el alcohol.
En el estudio han participado varias universidades británicas como la Universidad de Cambridge, la Metropolitana del Londres, o la de Brunel. Así mismo, representantes del ente sanitario público y educativo participaron durante la investigación. De todos los datos, por encima del alcohol, el tabaco se sitúa como mayoritaria entre los jóvenes LGB.
Durante cinco años el seguimiento se ha hecho con entrevistas personalizadas y formularios constantes vía internet. Los resultados del estudio son públicos.
¿Qué podemos sacar en claro?
A pesar de que los resultados pueden ahondar en el tópico de ‘jóvenes LGBT: drogas, sexo y alcohol’ es cierto que hay, según el estudio, una relación evidente en el consumo de estas drogas aceptadas social y legalmente -como son tabaco y alcohol- con jóvenes LGB. Sin llamar a la alarma, nuestras conclusiones apuntan a algo evidente: la presión social sobre estos jóvenes es mucho mayor -así como la personal- y es lógica la tendencia de una gran mayoría de ellos a escapar o evadirse de sus problemas apoyados por hábitos de los que -se cree erróneamente- ayudan en la seguridad personal y el autoestima.
El consumo de tabaco suele ir relacionado con una necesidad de autoafirmarse dentro del grupo y el alcohol, con la desinhibición social. Sin duda, aún es necesaria una integración, normalización y aceptación social mayor de estos jóvenes -y así lo demuestra el estudio en su fondo-. El desamparo o la inseguridad frente a la sociedad aún lleva consigo una deriva hacia mayor consumo de alcohol y tabaco algo que, con el tiempo, podría cambiar si mejoraran estos factores y así, asemejarse más a sus homólogos heterosexuales.