Tu autoestima depende de ti

Si partimos del hecho de que la autoestima es nuestra propia valoración de nosotros mismos, queda claro que la autoestima depende únicamente de uno mismo.

A menudo se cae en el error de apuntar hacia fuera, a culpar a los demás de mi autoestima. En el momento en el que ponemos la autoestima en valoración externa estamos perdiendo el poder sobre ella.

La autoestima se ve influenciada por tres factores:

1. Lo que yo sé de mí

Lo que yo sé de mí, se trata de algo observable, sobre mí mismo, sin juicio. En lugar de afirmar que soy vergonzoso, que es difícil de comprobar, puedo decir que cuando estoy en grupos de más de dos personas, sólo respondo a lo que me preguntan con frases de no más de tres palabras.

Hago hincapié en la parte de que sea observable y sin juicio ya que juzgarnos por algo hace que nuestra estima pueda verse tocada.

2. Cómo valoro lo que sé de mí

La segunda parte es cómo valoro objetivamente aquello que sé de mí. En este caso, la valoración debe ser realista y sin juicio.

En este sentido, podemos usar distintos enunciados para valorar aquello que sabemos de nosotros: no me gusta, me gustaría cambiarlo, estoy contento con ello, vivo feliz tal y como soy.

De nuevo es importante dejar valoraciones impregnadas de juicio del estilo “soy tan tímido que jamás podré relacionarme con nadie” o “siendo así jamás conseguiré encontrar pareja”.

3. Qué punto quiero alcanzar

La tercera es ver qué punto es el que quiero alcanzar. A menudo nos obcecamos en querer mejorar algo con lo que estamos bien, algo que no queremos cambiar. Si desarrollo mi día a día con comodidad siento tímido y no me supone un problema, entonces estará bien y no habrá que cambiarlo.

En caso contrario, hay que dejar claro qué punto es el que quiero alcanzar, también con hechos, en positivo y sin juicios.

Por ejemplo, en lugar de decir “quiero dejar de ser tímido” puedo decir “me gustaría hablar con grupos de hasta cinco personas iniciando yo las conversaciones e incluso ser yo quien haga las preguntas”.

¿Cómo manejamos este torrente emocional?

El matiz que hay sobre estos tres puntos es el de la observación y, sobre todo, la aceptación. Cuando dejamos de luchar contra aquello que no nos gusta, se libera energía emocional que podemos poner a nuestro servicio, al servicio de cambiar aquello que no nos gusta.

Incluso puede ocurrir que con el mero hecho de aceptar aquello que somos o que hay cosas que nos gustaría cambiar, nuestro estado emocional cambia.

Habrá quien diga: “es que el entorno también influye en nuestra autoestima”. La respuesta a eso es: influye si nosotros dejamos que influya ya que autoestima es nuestra valoración sobre nosotros mismos. Si algún agente externo hace que nuestra valoración cambie es porque nosotros lo hemos permitido.

Lo que sí podemos hacer es revisar cuál de esos tres puntos, lo que sé de mí, cómo lo valoro y qué punto quiero alcanzar, ha cambiado en mí a raíz de lo ocurrido en mi entorno.

Tomar el mando de nuestra propia autoestima hace que ganemos en seguridad y que tengamos energía para afrontar los retos y/u objetivos. Así que dejemos de responsabilizar a los demás de lo que es nuestro y comencemos a sentirnos poderosos.