Erróneamente, muchas veces confundimos el concepto de fantasías sexuales con deseo sexual. Ambos están relacionados ya que se refieren al contexto sexual y a la mente, no obstante hay una gran diferencia entre fantasía y deseo.
La fantasía sexual son representaciones mentales, de forma voluntaria o involuntaria, que nos permite gozar de nuestra sexualidad libremente y que sólo uno mismo conoce.
En algunas ocasiones, nuestras fantasías sexuales podrían considerarse como algo tabú en la sociedad, etc… Al tener fantasías uno puede ser todo lo creativo que quiera e imaginar situaciones que jamás nos atreveríamos a llevar a cabo en la vida real.
Sin embargo, son necesarias para liberarnos, evitar la monotonía y aliviar nuestras necesidades sexuales.
Ahí radica su diferencia con el deseo sexual. Mientras que la fantasía es una creación imaginaria, el deseo es la necesidad o impulso de realizar un acto sexual.
¿Por qué es bueno tener fantasías?
Las fantasías sexuales son nuestro propio estudio cinematográfico, donde guionizamos, dirigimos, interpretamos y realizamos nuestra creatividad, asumir roles que nunca nos atreveríamos y también convertir experiencias traumáticas en actos satisfactorios.
Aunque las fantasías forman parte de nuestro yo más oculto, a veces compartirlas sirve para poder conceptualizarlas y volverlas más reales. Esto puede ayudar a evitar la decepción cuando queramos llevar a practica una fantasía sexual.
Las fantasías sexuales son necesarias, enriquecen nuestras relaciones sexuales, nos ayudan a explorar y comprender nuestra sexualidad, aumentan el placer, evitan la rutina y encienden nuestro deseo sexual. Intentar bloquear nuestras fantasías sexuales, por miedo a confundirlas con el deseo sexual, por pudor, por juicios de valores.
Al evitarlas, puede ocurrir que nuestro deseo sexual disminuya e incluso llegue a desaparecer, si este es tu caso, sería aconsejable que buscaras apoyo en profesionales de la sexología para poder tener una vida sexual pena y satisfactoria