Nicki Minaj ha dejado en su infinito ropero los kilos y kilos de pelucas, también los imposibles vestidos color neón, las uñas fluor y los complementos de color rosa chicle. La estética también ha cambiado, si los anteriores vídeos tenían una estética no apta para epilépticos (por posibles ataques, claro), ahora, la rapera ha optado por convertirse en un intento de Beyoncé -intentó que no llega al 1’60 de estatura-.
Ahora que si Beyoncé y sus transparencias representan la imagen del nuevo concepto de sensualidad, cuando la Minaj se embuta en esos trajes hiperajustados la visión no es la misma. Eso sí, de posar, de caucho y metralletas, la rapera tiene un master.