‘Memoria o desierto’: Cuando el pasado sabe a amargura

Estoy tan poco acostumbrado a llegar el primero a una cita que ante la tardanza de mi acompañante intento poner cara de no te lo perdonaré jamás, Manuela Carmena. Pero no me sale. Soy de naturaleza tardona así que cuando veo llegar a mi partenaire teatral no puedo hacer otra cosa que recibirle con mi sonrisa de azafata y un abrazo de esos que calan hasta los huesos.

El número de caras guapas, el olor a perfume y los modelos elegantes (sí, todavía hay gente que lleva sus mejores galas al teatro como si viviesen en el blanco y negro) nos dan pistas de que estamos ante el preestreno de la obra en el Teatro Fígaro. Nada más cruzar las puertas del teatro, las cámaras de televisión, la alfombra roja y un photocall para los posados convierten las pistas en realidad que estamos ante el inicio del camino de esta obra en Madrid.

Arranca la obra y pronto nos damos cuenta de que la historia se muestra ante el espectador a corazón abierto, como si estuviese suspendida en el universo de David Mamet. La obra se desarrolla a través de la mirada de Magda (Ana Rayo), Natalia (Ana Otero) y Cata (Marian Aguilera). Tres hermanas que se reúnen en el entierro de su padre para reencontrarse con su pasado.

A las hermanas no sólo les separa el espacio físico sino que es el pasado el que se ha encargado de alimentar la tensión e infelicidad familiar. Tres vidas se han ido alejando de manera inexorable creando una burbuja de insatisfacción permanente. 

Cuando se abre la cápsula del pasado aparecen los fantasmas familiares. De este modo, un secreto sepultado en el tiempo, irrumpirá, de manera abrupta y descarnada en la vida de estas mujeres: tres supervivientes emocionales que superaron la falta del cariño materno y que se tienen que enfrentar al verdadero rostro de su progenitor.

Un opresivo universo femenino

Magda, Natalia y Cata son muy diferentes entre sí. Magda es la imagen de la frustración, Natalia se presenta como la más emprendedora y la menor, Cata, es el vivo rostro de la ingenuidad. Tres mujeres opuestas que nos ofrecen diferentes versiones de los femenino y que a lo largo de la obra establecen un intenso diálogo con su pasado.

Al igual que en las tragedias Shakespearianas, un personaje no visible comienza a ejercer una enorme influencia sobre las protagonistas de la obra. A medida que avanza la obra, los recuerdos de las hijas estallan y se convierten en el principal eje de la tragedia. 

El espacio dramático sobre el que se desarrolla la obra genera cierta claustrofobia. La mayor parte de la trama se desarrolla en un tanatorio, oscuro, opresivo, al que las protagonistas se tienen que enfrentar como si se tratase de sus propios sentimientos que pugnan por escapar.

El texto, con numerosos toques cómicos, no deja que el espectador complete los espacios vacios que genera la obra y trata de dejar la trama demasiado trillada al espectador. Ahora bien, por encima del texto se levantan las tres actrices que se encargan de convertir este texto teatral en una historia orgánica que transpira amargura. 

Una obra que se encarga de retratar el multiverso femenino de una manera sobrecogedoramente honesta. Y que exhibe su intimidad aún a riesgo de dejar al descubierto los miedos, deseos y frustraciones que encierra.

Vídeo: ‘Memoria o desierto’ – Tráiler

Ficha artística

‘Memoria o desierto’

Texto y Dirección: Ignasi Vidal 

Intérpretes: Ana Rayo, Ana Otero y Marian Aguilera 

Ayudante de Dirección: Antonio Rincón-Cano 

Vestuario: Bea Carballo 

Iluminación: Sergio Gracia 

Espacio Escénico: Curt Allen Wilmer 

Fotografía: Jacobo Medrano 

Diseño Gráfico: Ángel Haro y Ana Parra