Calvin Klein en el año 2010, tras dos fracasos matrimoniales y tras ocultar su homosexualidad encontró a alguien que le hizo cambiar de opinión con 68 años de edad. Se trataba de Nick Gruber y con el que asistió a varios actos sociales. De esta manera no sólo se dejaba ver con un hombre sino que Gruber tenía 20 años. Como si fueran padre e hijo a primera vista, surgió el amor entre ellos. Pero el amor dio paso a los celos y las adicciones del joven que fue arrestado por posesión de cocaína.
El diseñador, que en 1988 tuvo que superar sus adicciones a las drogas, no dudó en ayudar a Gruber y corrió con todos los cargos del centro de rehabilitación, aunque una cosa tenía clara no seguiría con la relación.
Como respuesta su joven amante en otoño del 2012 y de la mano de otro adinerado protector, aseguró que estaba preparando sus memorias.
Y es que Gruber en su día, un chico con mirada risueña, se dedicó a posar como modelo erótico gay y actor en películas porno. Tras esa mirada inocente de un chico veinteañero, se escondían los secretos sexuales más profundos del modisto Calvin que no dudó en contar a la periodista Lisa Arcella.
Ahora el tabloide The New York Post contraataque y publica un texto que aseguran que pertenece a Gruber, un resumen de su libro Obsession: My life with Calvin Klein. Pero Gruber niega las declaraciones: ‘Nunca haría nada así, ni causaría daño a alguien a quien quiero’.
Un libro polémico
Las primeras páginas se centran el contar la difícil infancia de Gruber. A su padre, un motorista miembro de los Ángeles del Infierno, lo conoció a los 15 años, después de pasar sus primeros años en casas de acogidas. Tres años más tarde se mudó a California con su madre. Cumplidos los 21 se encontraba en Nueva York rescatado por el modisto Calvin Klein. Éste le organizó una lujosa fiesta con exclusivos invitados del mundo de la moda, en la Gran Manzana.
Su vida ya no se reducía a permanecer en la oficina de ayuda social de California. Ahora Gruber conocía otro mundo y comenzaba a pisar platós. Con el pseudónimo de Aaron Skyline rodó películas pornográficas para homosexuales. Comprobó el poder de atracción que causaba ante los homosexuales y aseguró, según el texto de The New York Post, que no se sentía realmente atraído por este género. Pero ello no supuso un impedimento para prostituirse. Más tarde se alistó en el ejército.
El productor de cine porno Vaughn Kinsley lo puso en contacto con Klein y a partir de ahí surgieron muchos correos electrónicos con tórrido contenido, hasta que quedaron en persona. Comenzó así la transformación: le proporcionó nuevos trajes, le arregló la dentadura, le enseñó los modales propios de un señorito y le mostró a sus amistades. Más tarde se fue a vivir a su mansión y le pagaba cerca de 7.500€ al mes.
Se produjo un viaje a Europa y el previo encuentro sexual en una iglesia en Francia, se convirtió en la pedida de mano de Gruber, pero al final no se formalizó la unión.
Del amor pasaron los celos y a los encuentros de Gruber con mujeres y el fin del romance estaba sentenciado. Cuando Klein dejó de proporcionarle el dinero, Gruber regresó a la prostitución y tras ello se produjo su arresto policial.
Más tarde ingresó en una clínica de rehabilitación y Klein decidió visitarlo, podríamos pensar que porque todavía le importaba. Lo cierto es que era para mantener relaciones sexuales. De esta manera Gruber se sintió decepcionado y ‘usado’.
Una vez acabado su tratamiento se mudó a Los Ángeles, donde se dedicó a escribir sus polémicas memorias, que están listas para que se publiquen. Lo que queda por averiguar es si la verdadera autoría del texto es el propio Nick Gruber, quien desmiente lo publicado hasta ahora.