Recuerdo una vez que una persona de mi familia, a quien quiero mucho, me dijo: “no te reconozco, no sé quién eres”. Por entonces yo estaba pasando una mala época, en el final de una relación que no estaba siendo saludable para mí. ¿Qué había ocultado lo que yo soy? Tan sencillo como duro: yo mismo.
¿Qué me está ocurriendo?
Las emociones mal gestionadas no me permitían comportarme como yo soy. El miedo me había paralizado y ni siquiera me dejaba dar un paso. Estaba bloqueado y este bloqueo no me permitía ser valiente y atrevido, capacidades que habitan en mí. Por otro lado, la tristeza de estar perdiendo algo ocultó mi alegría y mi viveza, cualidades innatas en mí, y mi entorno me lo estaba diciendo, pero yo no estaba escuchando.
Otra de las cosas que nublaron lo que yo soy, fueron las creencias y obligaciones. A mi cabeza venían tengo-ques autoimpuestos y de creencias limitantes. Imaginemos que viene una persona, se plante frente a nosotros y empieza a decirnos lo que tenemos que hacer: tienes que aguantar, tienes que tener una estabilidad económica, tienes que tener pareja, incluso, ¡tienes que ser feliz! ¿Cuánto tiempo tardaríamos en mandarle al garete? Ahora imaginemos que esa persona somos nosotros mismos. Suena difícil, ¿verdad? Cuando somos esclavos de nuestras obligaciones aquello que somos se esconde. ¡Qué diferente suena decir “tengo que ser feliz” a “quiero ser feliz”!
Juicios y Comparaciones
En ocasiones, que alguien nos juzgue por lo que hacemos puede ocultar lo que soy: ese es malo o es un torpe. Los juicos pueden llegar a instalarse en nuestro subconsciente y hacer que nos comportemos lejos de aquello que somos. ¿Cómo me comportaré si mi entorno se obceca en decir que soy inmaduro? Al final ese juicio hará que termine por de verdad comportarme de forma inmaduro, pero no es lo que soy.
Por otro lado, las comparaciones, nos sitúan en una escala antes o después que otras personas. “Mi amigo es mejor que yo” me coloca a mí por debajo, de hecho dice que soy menos que él. Estas comparaciones también nos alejan de lo que realmente somos ya que si creemos de verdad que somos mejores o peores que otros nos comportaremos en función de esa creencia surgida de la comparación.
La importancia de la autoestima
Una razón más para no ser yo podría ser la baja autoestima. La autoestima es sí misma es una evaluación de las habilidades, capacidades y recursos con los que contamos. Si no aprecio o valoro mis habilidades pensaré me juzgaré y me compararé con personas de mi entorno. Si no valoro en positivo mis capacidades tenderé poner por delante las habilidades y capacidades de otros y de nuevo sentiré que soy peor o que ellos son mejores. ¿Cómo de diferente es pensar que en lugar de ser mejores o peores somos sencillamente diferentes?
¿Cómo saber cuándo no soy yo? Es importante saber escuchar y observar. No hablo del oído y la vista se trata de pararse y sentir, escuchar lo que el cuerpo nos dice y observar nuestro entorno. Es hacer caso a nuestras sensaciones y emociones, escucharlas y movernos para encaminarnos a ser cada vez más nosotros. La clave es primero tomar conciencia y después tomar el mando para actuar.