Lo que haces no es lo que eres

Bonito juego de palabras el del título de este artículo: lo que haces no es lo que eres. Pero ¿qué significa? A menudo escuchamos a la gente decir ‘soy ingeniero’, ‘soy ciclista’, ‘soy taxista’, ‘soy fan del Club Deportivo San Eustaquio’ y comprendemos qué nos están intentando decir. Todos tenemos claro que cuando alguien nos dice su profesión sabemos que no es sólo eso sino que es eso y mucho más. ¿Qué ocurre cuando las palabras dejan de ser únicamente palabras y se convierten en una creencia?

Alguien puede pensar “qué tiene de malo identificarse con la profesión de uno mismo o con ser aficionado de un club o asociación”. Sencillamente que dejemos de ser ingeniero, taxista, ciclista o fan del Sevilla. En ese momento nuestra identidad se tambaleará y tendremos una lucha interna para volver a ser aquello que creemos que somos. En el mejor de los casos buscaremos cual es nuestro auténtico ser. En el peor, buscaremos una alternativa.

¿Cómo llegamos a ser auténticos?

Imaginemos que somos ingenieros y un día nos damos cuenta que nuestra pasión es la pintura y nos damos cuenta de que podemos ganarnos la vida pintando. Sin embargo, no nos decidimos porque tenemos muy interiorizado lo que somos y que dejar de serlo parece como que nos quite una parte de nosotros. Aquí es donde la expresión ‘no somos lo que hacemos’ toma sentido.

Parecerá como que si dejo de ser ingeniero no seré yo. La realidad está en que siendo pintor también sería ser yo.’

Si tenemos en cuenta que lo que somos realmente va mucho más allá de lo que hacemos, no solamente nos sentiremos más libres a la hora de cambiar de profesión, sino que nunca dejaremos de ser nosotros mismos somos hagamos lo que hagamos. A cambio, podemos poner todo nuestro ser en aquello que hacemos, de tal forma que si siempre somos nosotros podremos hacer todo aquello que nos planteemos y seguiremos sintiéndonos auténticos sin perder nuestra identidad.

A la búsqueda de la identidad propia

Existen muchas creencias arraigadas en cuanto lo que forma nuestra identidad. De hecho, a menudo incluimos en ella partes de nuestro comportamiento e incluso llegamos a usarlo como excusa. ¡Cuántas veces habremos escuchado eso de “yo soy así y no lo puedo cambiar”! No seré yo quien diga cómo tiene que ser cada uno, pero sí plantearé una reflexión.

En ocasiones nos identificamos con un comportamiento que nos limita. Por ejemplo, ser tímido es una cualidad de mucha gente, sin embargo, deja de ser saludable cuando ser tímido no me permite relacionarme abiertamente con personas de mi entorno. Ser tímido no es saludable si ser eso no me permite mostrarme como realmente sí soy, a saber, divertido, buen conversador, creativo…

¿Qué cosas estás asimilando en tu identidad que en este momento te están limitando? Si ya lo has identificado ¿a qué esperas para cambiarlo?