Aunque siempre que generaliza uno tiende a equivocarse -o a ser un idiota si el que escucha es William Blake-, lo cierto es que podemos afirmar que en su generalidad el 2014 ha sido un año positivo para la comunidad.
No se puede negar que hay demasiados lugares del mundo donde se escupe con odio al diferente –Rusia, Uganda, Kenia, Zimbabue, La India, Indonesia… y a veces también mucho más cerca-, pero es cierto que obviar los frutos de la labor del activista en cuanto a la conquista de los derechos LGTB es un absurdo ejercicio de futilidad.
Sin que nos hubiese dado tiempo a incumplir las promesas del nuevo año, llegaban dos de las mejores noticias del 2014 para el colectivo LGTB de nuestro país:
Por un lado, se conmemoraba el 35 aniversario de la despenalización de la homosexualidad en España, algo que se celebró desde la conciencia y que fue el punto de partida del año por los Derechos Humanos de la FEGLTB.
Por el otro, se registraba en el Parlamento de Andalucía un proyecto de ley histórico para el colectivo transexual y que ha terminado cristalizando en la Ley Integral de Transexualidad Andaluza, la primera norma del estado que reconoce la autodeterminación de género.
Tanto dentro como fuera de nuestras fronteras hemos visto como los logros conseguidos han tomado multitud de formas. El trabajo de miles de activistas ha logrado filtrarse en numerosos aspectos del día a día: desde su aspecto más cercano -como la apertura de un centro para mayores LGTB en Lavapiés por parte de la Fundación 26 de Diciembre-, al más institucional -con la creación de una hoja de ruta -gracias al trabajo de Ulrike Lunacek– en el Parlamento Europeo para defender al colectivo LGTB-.
Y entre los dos extremos, iniciativas de todos los colores: el arte como arma -el proyecto ‘¡Déjame en paz!‘ del colectivo Generando Arte fue una de las protestas más efectivas ante el golpe de estado contra el cuerpo de las mujeres que intentó plantear Gallardón-, nuevas plataformas de asistencia para la personas que viven con el VIH, encender la luz de la conciencia para propulsar el cambio -distintas asociaciones han reclamado el foco de atención para conseguir la igualdad en el acceso a la reproducción asistida-, movilizaciones internacionales para hacer saber a la LGTBfobia que nuestra confrontación será una constante -como la que se produjo contra los JJOO de Sochi-, proyectos culturales para potenciar la sensibilización hacia el colectivo LGTB…
Mientras… al otro lado del Atlántico…
El apoyo de la Administración de Obama con el colectivo LGTB -a pesar de sus frecuentes ”pasitos p’atrás y p’adelante”- es tan reconocido que Bill Clinton ha afirmado que el mayor legado del primer presidente negro de EEUU es el del compromiso con nuestra comunidad.
A lo largo de su segundo mandato hemos visto como el matrimonio igualitario ha ido ganando territorios de manera paulatina pero firme, y con la aprobación en Idaho, Carolina del Norte y Alaska ya son treinta y dos estados del país que han derribado las barreras contra las parejas del mismo sexo.
Más importante aún resulta el cambio de mentalidad de la sociedad estadounidense. A pesar de que en el centro del país todo lo que no sea blanco y heterosexual -y a poder ser con varias escopetas en el cobertizo, el cuello rojo y amante del country– se ve de dudosa manera, lo cierto es que la amplia mayoría del país apoya al colectivo y sus derechos.
Este cambio se ha visto impulsado desde las propias instituciones de manera directa con la creación de la ley antidiscriminatoria para los trabajadores LGTB, el nombramiento de varios embajadores abiertamente homosexuales, la negativa de Obama y Biden a asistir a la ceremonia de Sochi…
En un continente tan amplio como Sudamérica es inevitable que el matrimonio igualitario avance de manera dispar. Sin embargo, se puede apreciar que la balanza lleva años decantándose por la igualdad y la legalización del matrimonio igualitario en Argentina, Brasil y Uruguay está dando unos provechosos frutos.
Las asociaciones LGTB chilenas también se encuentran impulsando un cambio en el país. El ejército le abrió la puerta al colectivo y todo parece indicar que el matrimonio igualitario pronto encontrará acomodo en el país andino.
Argentina y Uruguay siguen a la vanguardia de los derechos LGTB en el continente. En el país del kirchnerismo -o lo que es lo mismo, el peronismo embellecido con bótox- las asociaciones LGTB están realizando una labor envidiable y fruto de ella se ha impulsado una iniciativa legislativa para que los represaliados trans y travestis de anteriores gobiernos puedan recibir una merecida pensión compensatoria.
Por otra parte, la llegada al poder de José Mujica en Uruguay ha conseguido que el corazón de esta humilde redacción se empapara del sabor de Montevideo. Este año se ha seguido avanzando en el camino de reconocimiento y comprensión que se inició en la última legislatura.
Uruguay ha implementado el lema ”todos los derechos para todas las personas” y la agenda política del gobierno Mujica ha incluido por primera vez la cuestión de la vulnerabilidad del colectivo LGTB. Algo que se ha confirmado con iniciativas tan estimables como la recomendación a todos sus docentes a que salgan del armario para favorecer la visibilidad.
La resistencia también apuntala el avance
Las organizaciones supranacionales y no gubernamentales también han llevado a cabo una nutrida agenda LGTB durante 2014. La ONU se ha convertido en la institución internacional que más ha luchado por conseguir una mayor sensibilización hacia el colectivo LGTB. El propio Ban Ki Moon se ha pronunciado hasta en tres ocasiones favor de la comunidad: Instando al COI a luchar contra la homofobia, mostrando una profunda preocupación las políticas discriminatorias que han surgido en diferentes países africanos y gritando -junto a la espléndida Conchita Wurst- por el fin de la LGTBfobia.
No hay que olvidar a Amnistía Internacional o Human Rights Watch, que sen ha pronunciado de manera firme contra cualquier tipo de opresión hacia la comunidad y sugestivas campañas como ‘My body, My Rights‘, en la que se reclamaba de manera artística sobre los derechos sexuales y reproductivos.
Por su parte, GLAAD ha conseguido cubrir de morado el 16 de octubre en un acto transversal de lucha contra la homofobia juvenil, las distintas asociaciones israelís han contribuido a la visibilidad del colectivo levantando un mausoleo para las víctimas LGTB del nazismo, Allout.org se ha convertido en la voz de los que no pueden hablar en sus numerosos proyectos audiovisuales (‘Battlecry’, ‘Love Always Win’).
Desde un punto de vista más cercano también hay que valorar numerosas iniciativas. COGAM, que ha tenido un año con altos y bajos, ha continuado con su impagable labor en el terreno educativo. Charlas en institutos, formación en talleres, mesas redondas con el profesorado, la asociación madrileña sigue trabajando para desterrar la LGTBfobia de los centros de estudios.
La FEGLTB, junto con el grupo Concentra, trabajaron para desarrollar el primer seguro a nivel estatal para personas con VIH, la plataforma ‘It Gets Better’ que lucha contra el acoso escolar ha abierto su primera filial en España, y nuestra asociación de salud colaboradora Imagina Más ha firmado excelentes proyectos a lo largo del año en el pantanoso terreno de los estigmas y la discriminación, culminándolo con la publicación del libro interactivo ‘Comiéndote a besos’.
En definitiva, dejamos el año con un buen sabor y no solo por el efecto de los festines navideños. Un 2014 con algunas sombras -tampoco hay que vivir con la venda en los ojos- pero que confirma que los vientos del cambio están soplando en la dirección adecuada. Un año que comenzaba con un emotivo discurso de Boti G. Rodrigo que no está mal que recordemos de cara al 2015:
La alegría de que en tan sólo 35 años hayamos alcanzado tanto no debe empañar nuestra lucha: partíamos de la criminalización y tenemos el matrimonio igualitario, pero sabemos que tenemos mucho trabajo pendiente y que con un trabajo constante, alcanzaremos la igualdad. Tenemos la razón de nuestra parte.’