Ya lo sospechábamos: es más común que un gay sea más narcisista que una lesbiana, y no sólo porque los gays suelen ser más conscientes de su aspecto y su atuendo. Según un estudio psicológico realizado en EEUU, esto es verdad.
Estas investigaciones se concentraron en tres rasgos de los narcisistas: la voluntad de poder, el exhibicionismo y la idea de que todo lo merecen.
“El narcisismo está relacionado a diferentes disfunciones mentales del individuo, entre ellos la incapacidad de mantener relaciones duraderas con los otros, la agresividad y los comportamientos no éticos”, explicó Emily Grijalva, profesor adjunto de Recursos Humanos en la universidad de Buffalo (Estado de Nueva York), principal autor de este estudio que será publicado en la revista estadounidense Psychological Bulletin.
Pero “al mismo tiempo, el narcisismo permite mejorar la autoestima, contribuir a la estabilidad emocional y a la tendencia a afirmarse como líder”, añade.
“Al examinar las diferencias sobre el narcisismo entre hombres y mujeres, podría ser posible determinar disparidades entre los dos sexos en cuanto al acceso a puestos de responsabilidad por ejemplo, y también en otras áreas importantes”, explica la psicóloga.
Los investigadores determinaron que la mayor diferencia se basa en la idea de que los gays todo lo merecen. Los hombres tienen tendencia a reivindicar ciertos privilegios más que las mujeres.
La segunda gran diferencia se refiere a la voluntad de autoridad o dominación.
“En comparación a las mujeres, los hombres muestran más seguridad y deseo de poder”, destaca la profesora Grijalva.
Sin embargo “no hemos constatado diferencia en las tendencias exhibicionistas, lo que significa que tanto los hombres como las mujeres demuestran vanidad, deseo de ser admirados y falta de empatía”, comenta.
Según investigaciones anteriores, las diferencias de personalidades entre hombres y mujeres puede ser el resultado de estereotipos de la sociedad que se desarrollaron con el paso del tiempo.
Según los autores de este nuevo estudio, el hecho de que siempre haya mucho menos mujeres en los puestos de dirección podría deberse a la diferencia entre los estereotipos sobre la feminidad y el rol de dirigente.
“Los individuos tienen tendencia a observar y a aprender de muy chicos los roles de mujer y de hombre”, explica la psicóloga. Las mujeres podrían “ser duramente criticadas cuando se muestran autoritarias o agresivas. Esto crea más presiones en ellas que en los hombres, lo que las hace controlar más sus comportamientos narcisistas”, concluye.