Entrena tu bienestar

En los tiempos que corren aspectos como el estrés o una deficiente gestión emocional entre otros, afectan a nuestra salud y calidad de vida. Identificar cuales son nuestros factores estresores supone el primer paso para analizar que tipo de respuesta ponemos en marcha, habitualmente de forma automática, sin pensar.

Ante una amenaza o situación estresante podemos ofrecer tres tipos de respuesta, atacar ante la situación o persona que nos produce esa sensación de amenaza, huir de la misma o inhibirnos, esta última estrategia consiste en no ofrecer respuesta alguna, como si pulsáramos el botón de pausa a nuestra existencia esperando a que la situación se calme.

La respuesta elegida por nuestro organismo es rápida, seleccionada tras evaluar las variables de forma prácticamente imperceptible para la consciencia.

¿Por dónde empezamos?

Conocer que situaciones nos ponen en alerta nos posibilita corregir el impacto de estrés, previene su acumulación y favorece una saludable gestión emocional.

No hay que olvidar que sentir cierta presión en algún momento de la vida resulta de gran utilidad para rendir al máximo, alimenta nuestra motivación y nos aporta la fuerza necesaria para conseguir nuestras metas. Esto resulta inspirador ya que si sólo funcionáramos en nuestra zona de confort, donde no existe presión alguna, donde nos dejamos guiar por el piloto automático, nunca llegaríamos aprovechar al máximo nuestras capacidades o creatividad.

Por el contrario, demasiada presión se torna nociva, tóxica para nuestra existencia, originando síntomas físicos y fisiológicos. El secreto para evitar excesiva presión está, además de identificar los factores que nos hacen sentir amenazados y hacer una correcta gestión emocional de la respuesta, en introducir hábitos para bienestar como la relajación.

A continuación ofreceremos unas pautas para conseguir introducir en nuestras vidas hábitos saludables de relajación:

1 – Busca tiempo para ti

Tantas obligaciones y compromisos relegan en nuestras agendas un tiempo para nosotros mismos. Desterramos en nuestros horarios un tiempo y espacio para entrar en contacto con nuestras emociones, escuchar lo que nuestro cuerpo trata de decirnos. Descargar tensiones innecesarias.

Trata de priorizar un tiempo diario para ti, si es posible trata que sea a la misma hora, integra ese tiempo en tu vida diaria, dedícate tiempo para ti como una costumbre.

Elige un lugar donde te sientas cómodo, este será tu lugar. Puede ser una habitación con temperatura agradable, bien ventilada, sin demasiadas distracciones. O puede ser un rincón al aire libre, una plaza, una playa, un lugar tranquilo en un parque en contacto con la naturaleza.

2 – Identifica los factores estresores

Puedes tomarte diez días para analizar cuando has sentido ese exceso de presión y que es lo que ha desencadenado esa ola de estrés. Este diario te permitirá ser consciente de tus emociones, conocer las principales causas de angustia en tu vida cotidiana y controlar tus respuestas negativas -ya sean fisiológicas, emocionales o comportamientos-.

3 – Estudia tus respuestas

En ocasiones las respuestas ante el estrés pasan desapercibidas en nuestro día a día, trata de prestar atención a ellas así serás capaz de diagnosticarlas, identificarlas e incluso prevenirlas. Estas respuestas pueden ser:

  • Físicas: Si identificas algunos de estos síntomas puede, sin duda, que tu organismo trate de lanzarte un mensaje sobre un exceso de presión o estrés: Apretar las mandíbulas, aumento de  temperatura  y pulsaciones, sudoración. La exposición prolongada a factores estrosores pueden producir entre otros, dolores de cabeza, insomnio, agotamiento, contracturas musculares, fiebre e incluso una mayor predisposición a contraer infecciones recurrentes, como procesos gripales, al tener el sistema inmunológico deprimido.
  • Emocionales: Sensación de ansiedad, pérdida de control, sentimientos de incapacidad para abarcar todo cuanto uno desea, temores ante cualquier error cometido, frustración al fracaso, impotencia.
  • De comportamiento: Cualquier persona víctima de estrés prolongado cambian su forma de comportarse. Pueden tratar de buscar válvulas de escape para canalizar su ansiedad -como el alcohol, consumo de sustancias, trastornos alimenticios o sexo compulsivo entre otras-, pueden mostrarse irritables, nerviosos, agresivos.

4 – Permítete sentir

A menudo nuestra agenda no nos permite sentir, tratamos de reprimir todo aquello que nos suponga un esfuerzo añadido a las responsabilidades diarias. Esta estrategia aunque común, no resulta beneficiosa ya que provoca una acumulación innecesaria de emociones negativas.

Es recomendable hacer un ejercicio consciente para liberar el nivel de estrés de forma regular. Puedes pensar, al termino del día, que factores han disparado tu ansiedad, hazlo como si fueras el espectador de una película, sin implicarte emocionalmente. Respira hondo, con cada exhalación visualiza como la ansiedad que sentiste sale de tu cuerpo, déjala escapar, siente como tu cuerpo se aligera de esa carga, siente y vacíate.

¿Qué es la visualización? ¿Para qué sirve?

Para finalizar, abordaremos la primera de muchas técnicas de relajación que iremos desgranando en futuros editoriales, la visualización.

A través de ella podrás diseñar y construir tu propio refugio en el que refugiarte cuando lo necesites. Presta especial atención las primeras veces que lo pongas en practica ya que conviene recordar los detalles que formen parte del decorado soñado para poder volver a él siempre que así desees.

Como ejemplo en este ejercicio diseñaremos un paisaje idílico, una vez hayas entrenado con este ejemplo prueba a diseñar tu propio refugio:

  1. Elige tu espacio y un momento al día adecuados para ti, siéntate en un lugar cómodo, un cojín, una silla, la cama o sobre el césped de un parque. Entra en contacto con lo que sientes, presta atención a cualquier tensión muscular, respiración, el latido del corazón. Retírate mentalmente a una playa desierta, sólo estas tú.
  2. Da a tus sentidos rienda suelta, recrea la temperatura cálida, los rayos del sol, siente la brisa marinera, el sonido de las olas, la textura y color de la arena, las nubes blancas dibujando figuras sobre un cielo azul, siente el olor a mar, la temperatura del agua rozando tus pies, la sensación de la arena mullida bajo las plantas de tus pies.
  3. Centra tu atención en ese escenario, recréate, sumérgete en esa playa, disfruta del entorno. Cuando sientas que estás calmado, cuando tu respiración y ritmo de los latidos estén en sintonía emprende el regreso al presente.
  4. Analiza en que ha cambiado tus emociones y respuestas fisiológicas tras el ejercicio de relajación.

En próximos editoriales analizaremos otras herramientas para la relajación y el bienestar personal.