1.500 personas esperaban con nervios y alguna que otra cerveza en la mano a que comenzará el concierto encargado de clausurar los Veranos de la Villa en el Circo Price.
La espera no se hizo larga. Desmarcándose del espíritu que obliga a los músicos a comenzar los conciertos con un retraso notable, poco más tarde de las 21:30 Kusturica y su ‘troupe gitana’ comenzaban a ofrecer los primeros acordes de la noche.
La banda balcánica no maneja los tempos musicales y se encarga de exprimir todos los segundos de su espectáculo. De este modo, y tras un entrecortado himno de la URSS, el concierto arrancaba con un ‘Sas jekh len’ que conseguía enganchar al público.
En faena
Después comenzaban los temas que se han ido convirtiendo en himnos del grupo. ‘Unza unza time’ empezaba la masiva quema de calorías del concierto, que incluía, tanto sobre el escenario como frente a él, carreras, saltos, palmas y pasos de baile.
Con ‘Fuck you MTV’ llegaba el momento de la transgresión. En un momento en el que en nuestro país la cadena está ganando influencia entre los jovenes -basta decir que Gandía acogerá la versión española de Jersey Shore producida mano a mano con la productora Magnolia- y se está convirtiendo en la principal fabricante de cultura ‘mainstream’, lanzar un lema contra la misma es un ejercicio similar al de los grupos punks españoles de la década de los ochenta con su ya famoso: ‘Nazis hijos de puta’…es decir algo típico -manido incluso-, pero cierto
Más show, menos música
A medida que avanza la noche, lo puramente músical se ve sustituido por el show. De este modo, a la mezcla de música balcánica con punk, jazz y ska, ‘made in kusturica’ se suma el caos, la juerga y muchas dosis de humor.
Bajo este prisma se siguen sucediendo temas. ‘Meine Stadt’, ‘Duj Drama’ se convierten en una carrera espídica de de violín, saxo y acordeón. Para la divertida actualización del mito de Romeo y Julieta, el público sube a una tímida espectadora al escenario -nada que ver con otras espectadoras con alma de ‘comebolsas’ que subieron al escenario para intentar ser más protagonistas que los propios músicos- que es rondada por unos músicos que asumen el papel de ‘clown’.
El espectáculo cómico-verbenero marca en la recta final del concierto: guitarras giratorias con ‘leds’ intermitentes o solos imposibles de violín utilizando un arco gigante, zapatillas o la misma boca del sublime violinista Dejan Sparavalo…todo para ofrecer algo más que un concierto y que el público se fuese a casa con una sonrisa en la boca. Kusturica, misión cumplida.