Rihanna nos demuestra que el twerking puede ser antierótico

El problema que surge cuando alguien publica un tema que ya todo el mundo conoce –el tema ha vendido más de un millón de copias gracias a sus apariciones en las emisoras de EEUU– es que todo se va a centrar en el videoclip que acompaña a la canción, y cuando éste parece sacado de la rincones más sórdidos de la mente de un director porno de Serie Z, pues el problema es doble.

En este nuevo trabajo, Rihanna sigue el camino de la provocación que llevan andando las estrellas del pop desde hace más de un lustro. Bajo una estética absolutamente demencial -la palma se la lleva esa suerte de tanga doble vaquero-, demostrando que el twerking puede ser un baile antierótico, y alejada de sus sonidos más naturales –dubstep, dancehall– para acercarse a los productos enlatados que revientan las pistas de baile, el vídeoclip de ‘Pour it up’ nos lleva a la mente la misma pregunta que cuando probamos por primera vez la Coca-Cola sabor cereza… ¿era realmente necesario?

Rihanna – ‘Pour it up’