Allá por el año 1992, el politólogo Francis Fukuyama publicaba una obra que bajo el título ‘El fin de la Historia y el último hombre’ proclamaba que tras la Guerra Fría, la mayor virtud del capitalismo había sido la de eliminar al resto de variantes políticas y quedarse como la única opción viable; democracia liberal o barbarie, no existe alternativa.
Lo cierto es que las políticas económicas de todos los países desarrollados se establecen de manera unidireccional; los mercados marcan el camino, la maximización de beneficios es el destino de todo trayecto y el capitalismo se convierte en el único combustible disponible.
Pero también es cierto que si bien en el aspecto económico apenas hay diferencias entre los partidos, cuando entramos en el terreno de lo social, los pequeños matices acaban transformándose en diferentes formas de ver el mundo.
PSOE VS PP
En nuestro país, tras una etapa -gobierno de José María Aznar- en la que los aspectos sociales se veían en blanco y negro, la llegada al poder del equipo comandado por Zapatero supuso toda una orgía de color.
Los decretazos, la ley de extranjería más rancia de Europa, la sobreexplotación de los recursos y el apoyo a guerras liberadoras, se sustituyeron por la legalización del matrimonio igualitario, la Ley de Dependencia, el cheque bebé y una política de cuotas para garantizar la presencia femenina en las esferas donde verdaderamente se toman las decisiones.
Ahora, con la vuelta del PP a Moncloa, parece que vamos a desandar lo que habíamos avanzado. Tras exponerse a ser retratados públicamente como el partido más inmovilista de nuestro panorama político con el recurso contra el matrimonio igualitario, el conocido recurso de la vergüenza que el Tribunal Constitucional se encargó de tumbar, el partido de la gaviota ha decidido cambiar de estrategia. Ahora han preferido colocar a sus peones en órganos relevantes….desde luego, esta partida de ajedrez se va a jugar por debajo de la mesa.
Cambio de rumbo
Desde el PP no quieren que una decisión como la tomada por el Tribunal Constitucional se vuelva a repetir y para ello han movido ficha. Desde Génova se ha hecho una purga al modo staliniano del Comité de Bioética de España para configurar un Comité nuevo, a la medida del gobierno de Rajoy y su casta, pulcra -y doble- moralidad.
Desde el PP se ha cambiado a nueve de los doce miembros del Comité. La nueva composición de este órgano consultivo da como resultado ya no un perfil conservador, sino un perfil extremadamente escorado hacia posiciones reaccionarias (siete de sus doce miembros se han manifestado contra la interrupción del embarazo en general o contra la ley del aborto que aprobó el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero en concreto) siendo Miguel Serrano Ruiz-Calderón (autor de un blog que lucha contra la eutanasia pero tiene diferentes entradas contra el matrimonio igualitario) uno de los ejemplos más evidentes.
Suma importancia
En un momento en el que se ha reducido drásticamente el presupuesto en la lucha contra el VIH y se espera que llegue a la agenda política la reforma de la ley del aborto anunciada por el ministro de Justicia, Alberto Ruiz-Gallardón, la composición del nuevo Comité no es un asunto baladí.
El PP sigue empeñado en hacer de su mandato una cruzada moral, y encontrarse con un Comité científico que avale sus tesis y consiga eliminar el debate ciudadano y la pluralidad de opiniones es algo clave para satisfacer las ansias de la facción más radical y rancia del partido gobernante y de la Iglesia oficial