El falso paraíso de Norbert Bisky

Descubriendo su obra

Bebiendo de todas las fuentes

En nuestra sociedad la inmediatez lo devora todo. Vivimos en la época postsexual, postalucinógena, postrevolucionaria, postelectrónica, postpolítica, posthistórica…y por supuesto postmoderna.

En el mundo del arte, el postmodernismo ha creado dos dos tendencias bien diferenciadas (una más contestataria y revolucionaria y la otra más oficialista y preservadora del status quo) pero que comparten el mismo ámbito estético en el que hay espacio para diferentes expresiones y estilos artísticos dentro de una misma corriente.

De este modo, la postmodernidad ha conseguido agrupar al minimalismo, arte ecológico, happenings, arte pobre, la escultura abstracta y el arte conceptual en un mismo espacio artístico. Norbert Bisky se puede considerar un espejo perfecto donde se refleja las diferentes formas que puede tomar el arte.

Un estilo personal

En los lienzos de Norbert Bisky se adivinan señales de diferentes estilos. Así, sus obras rozan el post-impresionismo, el arte pop, el surrealismo, el realismo socialista (nace en la alemanía comunista y la caída del muro de Berlín supone un antes y después para su formación y su estilo artístico). Sin embargo, es imposible encasillarle en ninguno de ellos.

Su pintura no persigue la planitud y bidimensionalidad. Bisky es un pintor figurativo y así lo muestra en cada lienzo. Su paleta de colores es inusualmente brillante. El mismo pintor afirma que sus lienzos parecen que ‘han tenido un baño de detergente’. En sus obras todo luce; desde sus paisajes, que recuerdan a los de Giorgio de Chirico, hasta sus jovenes perfectos…todo tiene un halo luminoso, claro y vivo.

La pintura como experiencia vital

Bisky destruye los íconos de nuestra sociedad. La lírica de sus lienzos se ve continuamente solapada por elementos sarcásticos. Sus obras se llenan de chicos que disfrutan de una juventud homoerótica. Sin embargo, este mundo aparentemente a salvo esconde una continua amenaza que a pesar de no verse (en ocasiones) siempre se deja sentir en todos sus lienzos.

Sus últimas obras han evolucionado hacia un mundo más oscuro y con una mayor presencia femenina. Sin embargo, la sensación del espectador ante sus obras sigue siendo la de estar presenciando un falso paraíso, una aparente tranquilidad que encierra más de un peligro.

A sus 42 años, nos encontramos ante un artista que está en su plenitud. Con colecciones públicas en el MOMA, en el Museo de Arte Contemporáneo de Corea, en el Museo Ludwig y en el Museo de Arte Moderno de Leizpig y con más de una veintena de exposiciones en las galerías más prestigiosas del planeta, Bisky ha comenzado a experimentar con nuevos lenguajes artísticos como son las perfomances y los happenings. Mientras tanto, nosotros podemos seguir disfrutando de su obra y a la vez afirmar eso de ‘Ars longa, vita brevis’.