FICHA TÉCNICA
Idea, guión y dirección: Eduardo Aldán; Reparto: Eduardo Aldán; Producción: Aldan Company; Regiduría: Israel Criado; Diseño gráfico: Sito Recuero; Iluminación: Nuria Ramírez.
¿De qué va?
El argumento gira entorno a la magia de la niñez. El recuerdo que tenemos de esa primera etapa vital en la que los deseos crecen y crecen como los primeros dientes de leche, y se caen uno tras otro cuando miras la vida por el retrovisor del tiempo. ‘Espinete no existe’ es una comedia nostálgica, o trata de serlo, que pretende poner en valor las pequeñas cosas que acercan al ser humano a la felicidad, desmitificando demonios y engullendo chucherías.
Como en cualquier función relacionada con el paso del tiempo, que al fin y al cabo es lo que ocurre cuando uno abandona la idílica infancia, ‘Espinete no existe’ está cargada de momentos emotivos, con guiños ochenteros muy presentes en la mente de un público que, más que entregado, está impaciente por escuchar en boca de Aldán una anécdota con la que sentirse identificado. Que las hay, y muchas. En algún momento parecía como si aquello fuese una reunión de viejos amigos del colegio en busca del recuerdo más glorioso de su tierna infancia.
Esta ternura que desprende Eduardo Aldán, con esa pincelada canallesca de su fachada, y el mensaje bonito –porque lo bonito existe, es bonito escuchar cómo rompen las olas en la orilla o es bonito también cómo huele la hierba mojada- juegan a favor de la representación. Sin embargo, la puesta en escena es demasiado artificial y juega la contra: lo que se cuenta, contado queda, pero el poso de superficialidad permanece inquietantemente en la atmósfera cuando dos horas más tarde se baja el telón.
Con un escenario decorado con la estética de ‘Cuéntame cómo pasó’, las casi dos horas de representación resultan en un cómputo global pesadas, con chistes previsibles, y hasta en ocasiones, con algún tópico que está de más. A veces se queda peligrosamente cerca de convertir la representación en un ‘speech’ de esos en los que me molo mucho ahora y me molo un poco más después. En la primera parte de la función, da la sensación que Aldán se disfraza de Eva Hache, presentado el ‘Club de la Comedia’ para minutos después –unos 30- entrar por fin de lleno en el relato de una supuesta infancia. Es el clímax de la función, con un Aldán creíble, desquitándose el disfraz de monologuista, y alcanzando cotas de actor con talla y peso.
Cuando se aleja de ese excesivo tono coloquial de los primeros minutos, la cosa mejora y hace sentir la magia del teatro, que es algo más que un tablado con cuatro decorados y un señor sobre él contando chistes. En esos momentos, Adán trasciende. El trabajo de iluminación colabora en transformar a Aldán en ese pequeño niño de Portugalete que únicamente tenía un amigo: Espinete
¿Monólogo o comedia?
Espinete, el erizo gigante de color rosa y amigo inseparable de Don Pimpón, es la metáfora de la infancia. Y sin embargo, Aldán apenas saca a relucir al erizo que lleva dentro él durante un puñado de minutos, cuando verdaderamente ‘Espinete no existe’ abandona la senda de lo comercial y toca la fibra. Si el objetivo de ‘Espinete no existe’ es conmover, trasportar al público a su niñez, a momentos felices, lo consigue sólo en parte.
La escenografía acentúa la sensación de improvisación que recorre (casi) de principio a fin la obra, no por la escasez de elementos, sino por la escasa interacción del actor con ellos. El proyector sobre el fondo del escenario es el colofón para pensar que Aldán ha construido un buen (y largo) monólogo con un bonito mensaje, pero no una comedia con mayúsculas. Abusa de imágenes rescatadas casi del NODO (es ahí donde ‘Los payaos de la tele’ y su célebre ‘¡¿Cómo están ustedes?!’ toman la palabra) y, sobre la marcha, volviendo a la sensación permanente de que está improvisando (o cuanto menos, de risas con unos colegas que desde sus butacas le observan), comenta los vídeos como si de los años 80 hubiese regresado a los vigentes años de YouTube: “Mira, tío, lo que he encontrado en Internet”, parece que dice.
Como director y guionista, todo sucede sobre un contexto más televisivo que teatral. Podría haber narrado la historia (o historias) de manera diferente, con recursos más específicos del teatro: la cuarta pared o rememorando su infancia como si fuese un sueño. Como actor de teatro comete un pecado mortal: a veces vocaliza lo suficientemente fluido, característica común en un buen puñado de monologuistas. En una sala pequeña como en la del ‘Pequeño Teatro Gran Vía’ no proyecta la voz bien, y eso que cuenta con la ayuda de micrófono. De todas formas, hay más actor (y buen actor) que director o productor en Aldán.
Sabías qué…
1. Chelo Vivares, la actriz que dio vida a Espinete durante los 80 en TVE, se puso también el disfraz de ‘Curro’, la mascota de la Exposición Universal de Sevilla, en 1992.
2. Eduardo Aldán se estrenó en televisión como mago en el canal infantil Disney Channel España.
3. El primer capítulo de “Barrio Sésamo” en el que apareció Espinete fue ‘La Bicicleta’, que se estrenó el 6 de abril de 1983.
4. Espi, como se le conocía cariñosamente, protagonizó 146 episodios de “Barrio Sésamo” entre 1983 y 1988, que después fueron repuestos por TVE hasta casi desgastar al entrañable erizo.
5. En 2005, Eduardo Aldán alcanza una mayor popularidad al convertirse en uno de los ‘hombres de negro’ del programa ‘Caiga quién Caiga’, presentándolo junto a Manel Fuentes y Arturo Valls.