La sexta edición de Circuit Festival ha conseguido rebasar la barrera de los 70.000 asistentes alcanzada el año pasado, cumpliendo así con el objetivo marcado para 2013. El público extranjero crece todavía más y roza ya el 80% del total, haciendo de Circuit Festival, más que un festival musical, un encuentro lúdico-vacacional dirigido a gais y lesbianas.
El certamen ha pasado de contar principalmente con turistas venidos de Europa (Inglaterra, Italia, Francia, Alemania, etc.) a tener un alcance mundial, gracias al número creciente de público llegado de Estados Unidos, Australia, Israel, Egipto o Líbano. Los asistentes venidos de países emergentes como Brasil, Rusia o China también son cada vez más numerosos. Este crecimiento se atribuye al contexto económico, pero también a la falta de tolerancia y libertad existente en algunos de ellos. Esto hace que el público homosexual que puede permitirse viajar, opte por un destino vacacional en el que poder disfrutar libremente de su tiempo libre sin esconder su orientación afectiva.
El perfil del asistente a Circuit Festival es el de un hombre de 25 a 45 años, profesional liberal, de clase media-alta y un alto poder adquisitivo, mientras que el perfil de la asistente a Girlie Circuit Festival (destinado a las mujeres lesbianas y bisexuales) es el de una mujer de 20 a 35 años de clase media y nivel económico medio.
El evento se ha consolidado, más que como un festival musical al uso, como un encuentro vacacional que potencia al máximo el concepto mediterráneo de ocio; aplicado en este caso al público gay y lésbico: Sol, playa, diversión, turismo, actividades y fiestas a plena luz del día en espacios abiertos con piscina o cerca del mar. De este modo, el evento busca atraer a un gran número de turistas homosexuales que deseen pasar sus vacaciones en Barcelona.
La organización estima que el gasto medio por asistente ha sido de 250 euros por persona y día comprendiendo alojamiento, dietas, compras varias, turismo y ocio. El asistente a Circuit Festival permanece en la ciudad una media de ocho días; por lo que se calcula que la inyección económica para Barcelona y su área metropolitana ha sido de más de 100 millones de euros.
La elección de fechas de este año (el festival ha dado comienzo una semana más tarde con respecto a la edición anterior) ha permitido que el público venido de países árabes haya vuelto a ser uno de los más numerosos, ya que las fechas se modificaron, en parte, para no coincidir con el Ramadán. Por todos estos factores, esta edición ha consolidado definitivamente a Barcelona como el punto de encuentro gay internacional durante la primera quincena de agosto.
Por parte de los comercios, hoteles y apartamentos turísticos de la ciudad, la percepción ha sido óptima, pues la ocupación ha rozado el 90% en Barcelona durante los días del festival y la facturación de los comercios del llamado “gayxample” (el barrio gay de Barcelona) se ha duplicado, triplicado e incluso cuadruplicado en algunos casos.