”No te haces una idea de lo bien que sienta mirar donde no se ve”

A sus veintún años, el escritor madrileño Chris Pueyo puede presumir de haberse ”desvirgado” editorialmente como le ha dado la gana. Su primer libro, una autobiografía publicada por Ediciones Destino en la que conviven elementos fantásticos y realistas, narra bajo una premisa de elocuente libertad formal una conmovedora historia juvenil de perdón y autoaceptación.

El autor de ‘El chico de las estrellas‘, popular en el entorno digital gracias a su blog El Desván del Duende, muestra en las páginas de su debú una ingeniosa descripción de la realidad juvenil, así como un exultante lirismo que plasma con total eficacia la emotiva y elástica digestión de los cambios propios de la adolescencia.

Con la misma actitud orgullosamente subjetiva, Pueyo nos habla de su homosexualidad desde una honesta y comprometida óptica, que le lleva a posicionarse en contra de los patrones sociales que desde la infancia reprimen a las personas que se salen de lo común, ya sea por su configuración física, origen, gustos o aspiraciones.

De la misma manera, el autor también se preocupa por generar un vículo íntimo entre el/la lector/a y su obra, gracias a sus frecuentes y directas menciones que motivan una dialéctica instantánea, algo más que encomiable al ser una novela orientada -sin exclusividad- al público juvenil.

Aprovechando la presentación de ‘El chico de las estrellas’ el próximo sábado en la FNAC de Callao -Madrid- hemos preguntado a Chris Pueyo sobre su ”primer libro con título respetable” como él mismo lo define. Y esto nos ha contado:

Salta a la vista la ilusión y alegría que derrochas tras publicar tu primera obra. Suponemos que lo mejor de haber escrito sobre ti te hace estar más que preparado para escribir sobre casi, casi… todo lo que quieras en el futuro, ¿no?

La verdad es que sí. El Chico de las Estrellas es mi Carta de Presentación a esto de escribir cosas y no se me ocurrió algo mejor que hablar de lo que mejor sé, mi vida. Es una declaración de intenciones.

‘El chico de las estrellas’ llama la atención al primer golpe de vista, ya sea por el imaginativo uso de la tipografía, su estructura fuera de todo canon, o incluso, por su impresión en tinta azul. Queda claro que estabas interesado por presentar algo fuera de lo común, ¿verdad? 

Sí. Quería que fuese diferente. Quizá yo también lo sea. Necesitamos cosas distintas y las editoriales son muy cobardes. Decidieron creer en mí con todas mis rarezas y por eso, yo también creí en ellos. 

Me gusta jugar con la tipografía de las palabras, es algo que vengo haciendo desde que escribo en el blog. Hay incluso veces en que te escribo un capítulo entero en minúsculas. Sin ningún tipo de regla, para que veas que hago lo que quiero de verdad, que me gusta la gente que hace lo que le da la gana. El azul de la letra tiene un trasfondo en la trama y quien sepa leerme, entenderá por qué azul.

Tras su apariencia de fábula, ‘El chico de las estrellas’ habla de experiencias vitales duras como el rechazo, la soledad, la impotencia ante un entorno difícil o el camino a la auto aceptación. ¿Era tu intención mostrar esta difusa intersección entre el mundo infantil y el adulto?

Honestamente no. Esto salió solo. Yo creo que gran parte de la felicidad reside en la ignorancia y no hay nada más ignorantemente feliz que un niño. Conocer cosas nos hace perder la capacidad de sorprendernos, experimentamos, maduramos y vivimos de otra manera.

Procuro mantener inocencia, me cuido de no matar del todo al niño. ¿Cuándo fue la última vez que te tiraste por el tobogán? Creo que lo llaman crecer.

Otra de las más evidentes características de ‘El chico de las estrellas’ es su gran componente lírico, como se puede observar en las expresivas perífrasis con las que has bautizado a todos los personajes o el abundante uso de recursos estilísticos. ¿Es eso a lo que llamas ”escribir cursi”? 

Había que salvaguardar la identidad de las personas que han compuesto mi vida y como inventándome nombres sentía que la historia era menos mía, me decanté por no nombrarles, así que me referí a ellos con epitafios épicos. Por ejemplo mi abuela es La Dama de Hierro por su fuerte oposición ante las injusticias. Tuve una novia a la que decidí bautizar como Lady Madrid porque adora a Pereza.

Cada vez escribo menos cursi. A mí me gusta mezclar mi lado tontito con unas gotas gongorianas. Así te puedo contar mis tonterías de una forma más respetable. Soy intensito, qué le vamos a hacer.

De la misma manera, es encomiable el contrapunto humorístico que introduces en los pasajes más románticos y bucólicos. Porque, de qué valdría el cortejo y la seducción si no se pudiera llevar a cabo riendo, ¿no?

JAJAJA totalmente. Mejor reírse, es lo más serio.

Dentro de la obra apuntas en varias ocasiones que escribir te salvó y te salva la vida. En este sentido ¿qué beneficios aporta la literatura y la escritura a tu día a día?

‘Escrivivir’ salva. A veces me pasa que llego a casa y estoy cabreado, pero no sé por qué. Otras que no puedo dormir de madrugada y me da por llorar, pero no sé por qué. Entonces escribo, y no te haces una idea de lo bien que sienta mirar donde no se ve. Es todo un diagnóstico.

En ‘El chico de las estrellas’ también tiene una especial presencia la amistad. Nos gustaría que nos hablaras de uno de tus amigos, Jorge García Ruiz, creador de la bellísima imagen de portada -y de las ilustraciones que acompañan esta entrevista-.

Pero claro. Y qué sería yo sin grandes personas a mi lado. O tú. O nadie.

Conocí a Jota hace unos años y cómo no, a través de la red. Es increíble la cantidad de talento que hay suelto en internet. En ese momento pensé que si en algún momento escribía algo, tenía que ser él quien envolviera mi trabajo. Me enamoré artísticamente de él. No sé, dicen que una imagen vale más que mil palabras ¿no? Entonces qué importa lo que yo escriba, si con ver uno de sus dibujos te atraviesa el muy cabrón.

Vídeo: Booktrailer de ‘El Chico de las Estrellas’

En ocasiones se escucha que actualmente los jóvenes no pueden acudir a obras contemporáneas con las que puedan identificarse. ¿Compartes esta afirmación?

Yo creo que hemos sacado un 5 o un 8. Que hemos salido de Jumanji, vuelto a tirar los dados y se acercan cosas poderosas. La poesía respira más que nunca, poco a poco rompémos más cánones y aunque queda tanto por hacer, todavía creo en las personas valientes.

Continuando por el mismo camino, ¿crees que las editoriales deberían estar más atentas y apostar más por escritoras y escritores emergentes de tu generación?

Sí. Lo creo. No quiero cambiarte uvas por oro y decir que todo esto debería ser una utopía porque una editorial, amigos, no deja de ser una empresa. A pesar de ello, yo soy de los que piensan que ser comercial no está reñido con el talento. Llámame frívolo.

El próximo día 5 presentas ‘El chico de las estrellas’ en la FNAC de Callao de Madrid. ¿Qué esperas de la convocatoria? 

Es la primera vez que hago una presentación y es la primera vez que firmo libros. No nos olvidemos que hemos escogido un puente para hacerlo, porque preferimos que fuese algo íntimo. Habrá poesía, habrá música, habrá ganas y puede venir quien quiera porque es totalmente gratis. Además que estoy con mi Irene X. Que ilusión, joder.

¿Suelen aparecer muchos de los ”niños perdidos” con los que tienes tanta y tan buena relación a través de los medios sociales?

Ni si quiera hace falta comprarse el libro para venir a conocernos, no os equivoquéis, yo escribo, no cojo y vendo. A mí cómo me leas, me da igual. Y con esto, te estoy diciendo mucho…