Los investigadores, cuyo estudio se publica en ‘Neurology’, creen que estos marcadores de grasa reflejan los cambios asociados a la enfermedad sobre cómo el cerebro metaboliza estas moléculas de grasa. Estas modificaciones alteran la habilidad de regular la actividad de las células cerebrales ‘trituradoras de basura’ destinadas a degradar y eliminar los desechos moleculares del cerebro.
En este caso, el exceso de colesterol y de grasa conocido como esfingomielina se acumula en los lisosomas (los trituradores de basura), realizando copias de seguridad de los residuos y provocando la disminución cognitiva a menudo debilitante.
Hasta la mitad de los pacientes infectados con el VIH desarrollará algún tipo de deterioro cognitivo, desde problemas leves (para contar el cambio de dinero o conducir un coche) a demencia severa (incapacidad para gestionar las actividades de la vida diaria), pero hasta ahora no había pruebas para predecir qué personas eran más propensas a sufrir pérdidas cognitivas.
‘Cada investigador de la enfermedad neurodegenerativa está persiguiendo biomarcadores por la misma razón: es mejor identificar los problemas antes de que ataquen’, sentenció Norman J. Haughey, profesor asociado en los departamentos de Neurología y Psiquiatría y Ciencias Conductuales de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins.
‘Es muy difícil revertir el daño cerebral después de que comience -continuó–. En cambio, queremos saber quién es probable que pierda la función cognitiva y detener el daño antes de que suceda’. Para ello, Haughey y su equipo analizaron 524 muestras de líquido cefalorraquídeo de 291 pacientes VIH positivos y 30 negativos recogidas de siete sitios continentales de Estados Unidos, Hawai y Puerto Rico.
Los investigadores encontraron que las primeros acumulaciones de un pequeño número de estas moléculas de grasa podrían predecir la probabilidad de deterioro cognitivo. Cuando la función cognitiva disminuyó en estos pacientes, el número de diferentes tipos de moléculas de grasa acumulada aumentó.
Los tipos de acumulación de moléculas de grasa en los pacientes con VIH fueron muy similares a los que se amontonan en formas heredadas de una clase de enfermedades llamadas trastornos de almacenamiento lisosomal, lo que sugiere que, en algunos pacientes infectados por VIH, el cerebro está reteniendo más de estas grasas y puede interrumpir la función de los lisosomas.
Haughey cree que algunas de estas alteraciones en el metabolismo de las grasas que se encuentran en las personas con VIH se deriva de la propia infección, mientras que otras es posible que estén vinculadas a la terapia antirretroviral.
Estos medicamentos se han asociado con niveles elevados de colesterol en la sangre y los triglicéridos, junto con una serie de otros efectos secundarios. Según el principal investigador, las personas con VIH toman estos fármacos durante décadas pero las complicaciones derivadas de su uso a largo plazo no han sido bien estudiadas.
Las similitudes entre las alteraciones metabólicas en individuos infectados por el VIH y las evidentes en los trastornos de depósito lisosomal están permitiendo a Haughey y su equipo colaborar con los expertos que estudian enfermedades genéticas de almacenamiento lisosomal y el desarrollo de tratamientos experimentales para eliminar la acumulación de grasa.
Actualmente se están explorando intervenciones dietéticas y farmacológicas destinadas a restablecer el equilibrio que podrían restaurar el metabolismo cerebral en individuos infectados por VIH, y al lograrlo, podrían promover una buena salud del cerebro, garantizando que los lisosomas funcionan correctamente.