”A la luz de los acontecimientos que han tenido lugar en Rusia en los últimos meses en relación con los asuntos de gays, bisexuales y transexuales, la Fiscalía distrital, la Oficina de Derechos Humanos, el alcalde de Reikiavik y su oficina proponen enmendar o rescindir, conjuntamente con el Ministerio de Asuntos Exteriores, el acuerdo de cooperación entre Reikiavik y Moscú”, ha señalado el Ayuntamiento de la capital islandesa en unas declaraciones recogidas por el portal Iceland Review.
De este modo, la homofobia sería la culpable de está ruptura de relaciones que datan desde hace más de seis años, puesto que Moscú y Reikiavik se hermanaron en 2007.
La persecución política y social del colectivo LGTB sigue cortando las relaciones y aislando al país gobernado por Vladimir Putin. Hay que recordar que Rusia aprobó el pasado mes una ley que castiga con fuertes multas la propaganda de” relaciones sexuales no tradicionales” entre menores. La nueva normativa, criticada por la comunidad LGBT, tuvo amplias repercusiones dentro y fuera del país.
El alcalde Gnarr se solidarizó en más de una ocasión con los activistas del movimiento gay y en 2012 incluso se presentó en un vestido rosa al desfile del orgullo gay en Reikiavik.
La tendencia de la Unión Europea
La decisión tomada por el alcalde de la capital islandesa sigue el mismo camino tomado por la Unión Europea. El Parlamento Europeo expresó una profunda preocupación por la prohibición en Rusia de la propaganda homosexual (que no hay que olvidar se ha comparado con la pederastia en este país) y la aprobación anteriormente de la polémica ley sobre ONGs.
“Estas leyes prueban que Rusia incumple los compromisos jurídicos internacionales sobre la garantía de la libertad de reuniones y de expresión”, señaló el Legislativo europeo en una resolución en la que condenaba públicamente el trato al colectivo LGTB en Rusia.
A finales de 2012, en Rusia entró en vigor una ley que obliga a inscribirse en el registro como agentes extranjeros a las ONGs que se dedican a la actividad política y reciben finanzas del exterior. En marzo de 2013, comenzaron inspecciones masivas en tales ONGs, calificadas de ilegítimas por defensores de derechos humanos. Estas políticas discriminadoras siguen encerrando al país en una burbuja de irrealidad y puede que Barcelona sea la siguiente ciudad en romper lazos con su hermana rusa -en este caso San Petersburgo-…los ciudadanos así lo reclaman.