En algunas personas, la homofobia es tan arraigada que incluso supera sus ambiciones profesionales. Ese es el caso de un juez de Kentucky, quien se negó a escuchar casos que involucraran a homosexuales y prefirió presentar su renuncia.
En abril, Mitchell Nance, juez de un tribunal de familia en el área rural de Kentucky, emitió una orden requiriendo abogados que representaran a personas de la comunidad LGBT+ en casos de adopción, quienes debían notificarle sobre la sexualidad de sus clientes para que él pudiera recusarse con anticipación.
Según el juez, él cree que “el mejor interés del niño” nunca puede “promoverse mediante la adopción por parte de un homosexual practicante“. Citó una regla estatal que requiere que los jueces se recusen en casos donde sus prejuicios afectan sus imparcialidad. Los padres gays y lesbianas tendrían que conseguir que la corte del condado contrate un juez especial para manejar sus casos.
Nance presentó su orden al tribunal supremo del estado para su aprobación y fue rechazada por el presidente del tribunal. Activistas locales LGBTQ lo llamaron a renunciar y presentaron una denuncia ante el panel disciplinario judicial, donde fue acusado de violar las normas de ética judicial, debido a su alegato de tener creencias religiosas que le impedía atender sus casos.
Al parecer, si los niños criados por padres homosexuales llevan una gran calidad de vida o no, no tiene importancia para aquellos que sostienen unas “creencias religiosas sinceras” con las que justifican sus prejuicios. Así que la posición de Nance es lógicamente insostenible, pues su orden impone una carga irracional a los padres homosexuales y lesbianas, así que esperamos que su renuncia le brinde el tiempo que necesite para reflexionar cómo sus creencias retrógradas ya no tienen nada qué ver con el mundo real.