En 2015 Hayley Anthony estaba dispuesto a someterse a una operación de reasignación sexual para convertirse en mujer. El procedimiento usual para este cambio requiere una intervención quirúrgica en la que el pene se corta para remover su interior, se dobla la piel hacia adentro y se introduce en el espacio que existe entre la uretra y el recto para construir así una vagina.
La cirugía de reasignación sexual, o cambio de sexo, es muy común y solicitada en el mundo. Tan sólo en el 2015 el Charing Cross Hospital de Londres, cuya clínica de identidad de género abrió sus puertas en 1966, tenía en su lista a 364 personas en espera de reasignación sexual. Tailandia es el país líder en las cirugías de este tipo.
Hayley no fue una paciente común, pues antes de aceptar que su cuerpo se sometiera a una cirugía tan invasiva como esa, decidió investigar por su cuenta sobre algún otro método en el mundo que le garantizara además que su nueva vagina funcionara como la de cualquier mujer, es decir, que reaccionara con lubricación ante estímulos sexuales.
Para su fortuna Hayley encontró que médicos en la India utilizan peritoneo (tejido del interior del abdomen) para modificar las vaginas de mujeres que habían crecido excesivamente. Lo que pensó, le ayudaría a su médico a realizarle una cirugía de reasignación sexual más exitosa.
El médico de Hayley, Jess Ting, había estado buscando también alternativas para esta cirugía, así que el hallazgo de su paciente lo motivó a intentarlo los siguientes dos años, hasta ahora, que ya se ha probado en 22 mujeres transgénero.
El resultado fue, en efecto, lo que Hayley quería, pues las vaginas creadas quirúrgicamente tienen sensibilidad y se humedecen cuando las mujeres se excitan, algo que no sucede con las intervenciones comunes.
“Sé que no siempre la tuve, pero por la forma en que se siente ahora simplemente no puedo imaginar que mi cuerpo haya sido diferente”, declaró Hayley sobre su nueva vagina que ella misma ayudó a crear.