La aprobación del matrimonio igualitario en Hawaii tiene un sabor especial, puesto que el estado se convirtió en una especie de Stonewall moderno para los activistas LGTB norteamericanos. Y es que el Tribunal Supremo de estas islas de origen volcánico se convirtió -en 1996- en el primer estamento jurídico que manifestó que: ”prohibir las uniones entre personas del mismo sexo era ilegal y discriminatorio”.
Hoy, casi dos décadas después, el Senado ha decidido que lo que la justicia afirmó hace tiempo, debería estar recogido por la ley. La mayor parte del trabajo para que esta ley haya salido adelante se debe, ni más ni menos, que a su gobernador, el demócrata Neil Abercrombie, puesto que fue el mismo el que se ha encargado de las labores de revisión de la ley matrimonial de 1994, que definía el matrimonio como la unión entre un hombre y una mujer.
La nueva ley ha pasado recorrido todos los capítulos burocráticos pertinentes y ya sólo está a la espera de que el miércoles 14 de noviembre el gobernador selle su firma tras su aprobación por parte de la Cámara de Representantes y posteriormente por parte de una amplia mayoría del Senado.
El principal grupo opositor de la ley, como no podía ser de otra manera tras experiencias previas, ha sido la iglesia que ha manifestado que la legalización infringía las libertades religiosas, a pesar de que la nueva ley permite al clero la objeción de conciencia si considera que bodas igualitarias interfieren con su fe.
Las reacciones políticas han sido, por regla general, cercanas a la celebración. El sentir tanto político como social de la isla lo ha conseguido sintetizar un senador demócrata con apenas una frase:
La legalización del matrimonio homosexual en Hawaii demuestra el significado real de la palabra Aloha tan característica de nuestro Estado que explica que todos son bienvenidos. Y hoy, con esta votación, podemos hacer que esto sea una realidad’