Nueva ocurrencia de Ana Mato y nueva polémica al canto. La nueva propuesta para la prestación de reproducción asistida que entrará en vigor el 22 de julio solo se podría calificar como excluyente, puesto que ha obviado la situación en la que se encuentran tanto las mujeres solas que quieran ser madres solteras como las lesbianas.
Los nuevos requisitos que se piden para acceder a esta prestación tienen cierto olor a rancio, como si hubiese sido trazada con una mentalidad anclada en un paradigma del pasado. Entre estos nos encontramos con que la mujer no puede ser mayor de 40 años (para inseminación artificial con semen de la pareja, 38) y el hombre de 50; y no pueden tener en común ningún hijo sano. Además, si algún miembro de la pareja se esterilizó voluntariamente o tiene problemas para cumplir el tratamiento por razones de salud o debido a su entorno social también serán excluidos.
Uno de los puntos más polémicos es el de la definición de esterilidad. El texto remitido por Sanidad a las regiones —que son las encargadas de poner en práctica los nuevos criterios— define la esterilidad como la ”ausencia de consecución de embarazo tras 12 meses de relaciones sexuales con coito vaginal sin empleo de métodos anticonceptivos”.
Si bien los anteriores requisitos dejarían fuera a las madres solteras o las lesbianas (con o sin pareja) que quieran ser madres, el último punto crearía una disparatada situación en la que las lesbianas se verían obligadas a mantener relaciones con hombres y las mujeres solas a buscar una pareja para acceder a la prestación.
Una decisión ideológica
Para Isabel Gómez, vocal de Igualdad de la Federación Estatal de Lesbianas Gays Bisexuales y Transexuales (FELGTB), los nuevos criterios para acceder a la prestación esconden prejuicios ideológicos: ”El Gobierno se está amparando en una visión monolítica de lo que es una familia. Si Sanidad revisa los criterios para la financiación de este servicio debería hacerlo para acotar diferencias y limar discriminaciones. Parece que se está haciendo todo lo contrario”, dice.
Además, Gómez afirma que la exclusión de las parejas de lesbianas o de las mujeres solas obedece a la idea “que tiene el Gobierno de la familia: la formada por un hombre y una mujer”.
Para la vocal de la asociación, el argumento de la infertilidad es una cortina de humo: ”Efectivamente, podemos ser fértiles, pero nuestra forma de vida no nos permite hacer un apareamiento en pareja. Nosotros queremos tener hijos para quererlos, amarlos, cuidarlos y hacerlos personas competentes; no podemos atender a ese sesgo que no contempla todos los tipos de familias que hay”, indica.
La noticia vuelve a poner sobre la mesa las paradojas de Ana Mato. La Ministra que es capaz de decir en el Congreso que se la estaba persiguiendo por ser mujer y semanas después anunciar que se deja de subvencionar la mayoría de los anticonceptivos orales colocando al genero femenino en una situación de indefensión, una Ministra que afirma que el político no debe estar influido por la religión mientras coloca como miembro del comité de Bioética al Dr. Jouve que indica que el aborto no es un derecho de la mujer sino un acto de violencia de la madre contra su hijo, una política que a pesar de encabezar el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad califica una agresión machista como ‘violencia en el entorno familiar’…paradojas que crecen por su cercanía al Opus Dei y que multiplican su importancia puesto que finalmente estas incongruencias las estamos pagando todxs.