¿Acepta el Papa Francisco I al colectivo LGTB?

La entrevista, que ha sido publicada por dieciséis revistas de cultura de la Compañía de Jesús y realizada por el director de La Civiltà Cattolica, el jesuita italiano Antonio Spadaro, recoge un diálogo de más de seis horas que se desarrolló a lo largo de tres sesiones los días 19, 23 y 29 de agosto.

La extensa charla entre el jesuita y el máximo pontífice no solo ha dejado titulares más que jugosos, sino que una lectura más detallada nos indica que el Papa Francisco I tiene una posición algo discordante con la versión oficial de la iglesia en cuanto a temas tan importantes como la mujer o el colectivo LGTB.

Así, preguntado por el papel de la mujer en la Iglesia, el Papa Francisco apuesta por trabajar más hasta elaborar ‘una teología profunda de la mujer’ y por que ‘el genio femenino esté en los lugares donde se toman las decisiones importantes’. Así, subraya que ‘no hay que confundir la función con la dignidad’ pues María, una mujer, es ‘más importante que los obispos’.

En este sentido, añade que es necesario ‘ampliar los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia’, critica los discursos que ‘a menudo se inspiran en una ideología machista’ y dice temer ‘la solución del machismo con faldas, porque la mujer tiene una estructura diferente del varón’.

No condenar al homosexual

Por otro lado, el Papa también declara que es necesario que la Iglesia acompañe a las personas con misericordia independientemente de su condición, pero al mismo tiempo, invita a no hablar tanto del aborto, el matrimonio homosexual o el uso de anticonceptivos.

No podemos seguir insistiendo solo en cuestiones referentes al aborto, al matrimonio homosexual o al uso de anticonceptivos. Es imposible. Yo he hablado mucho de estas cuestiones y he recibido reproches por ello. Pero si se habla de estas cosas hay que hacerlo en un contexto. Por lo demás, ya conocemos la opinión de la Iglesia y yo soy hijo de la Iglesia, pero no es necesario estar hablando de estas cosas sin cesar’

Además, apunta que ‘urge’ que los sacerdotes ‘curen’ con su predicación ‘todo tipo de herida y cualquier enfermedad’ en lugar de dejarse envolver en pequeñas cosas, en pequeños preceptos. Así, recuerda que en Buenos Aires recibía cartas de personas homosexuales, ‘verdaderos heridos sociales’ que le decían que ‘sienten que la Iglesia siempre les ha condenado’ cuando, según explica Francisco, ‘la Iglesia no quiere hacer eso’.

‘Una vez una persona, para provocarme, me preguntó si yo aprobaba la homosexualidad. Yo entonces le respondí con otra pregunta: ‘Dime, Dios, cuando mira a una persona homosexual, ¿Aprueba su existencia con afecto o la rechaza y la condena?’. Hay que tener siempre en cuenta a la persona. Es nuestro deber acompañarlas a partir de su condición’, remarca, al tiempo que añade que el confesionario ‘no es una sala de tortura’.

En cualquier caso, el Pontífice defiende que la religión tiene derecho de expresar sus propias opiniones al servicio de las personas, pero que, como Dios en la creación ha hecho libres a los hombres, ‘no es posible una injerencia espiritual en la vida personal’.

Ante esta situación, Francisco ve necesario que el anuncio misionero se concentre en ‘lo esencial’, que sea más sencillo, profundo e ‘irradiante’ para encontrar ‘un nuevo equilibrio’ pues ‘de otra manera el edificio moral de la Iglesia corre peligro de caer como un castillo de naipes, de perder la frescura y el perfume del Evangelio’.

¿Simples palabras?

Aunque las declaraciones del Papa Francisco puedan resultar sorprendentes no se pueden calificar como revolucionarias, puesto que difícilmente marquen un antes y un después dentro del seno de la iglesia. Las declaraciones del máximo pontífice parecen realizadas más a título personal que como máximo representante del catolicismo.

Es más, cuando en la charla se le pregunta por posibles reformas dentro del seno de la iglesia, Francisco indica que estas se deben hacer sin prisas puesto que las considera algo ”secundario”. Así pues, las sorprendentes declaraciones pueden quedarse en una mera declaración de intenciones a título personal.

No hay que olvidar que hace ya cuatro décadas el Papa Juan XXIII abrió el segundo Concilio Vaticano con unas sorprendentes declaraciones: ‘abramos las ventanas de la Iglesia’…y hoy en día estas ventanas siguen cerradas a cal y canto y pudriéndose por el paso del tiempo.