La atracción homosexual ”es parte esencial de la evolución humana”
Hace pocos días volvió a aparecer en los medios de comunicación generalista la teoría que defiende que la homosexualidad en la especia humana viene determinada por la información genética que portan nuestros cromosomas. Un pensamiento que, a pesar de que parece ”redimirnos” a los ojos de los sectores más homofóbicos, tiene una importante carga segregadora implícita, que podría ser utilizada en contra del colectivo homosexual -y no sólo en una película de ciencia ficción distópica-.
En completo contraste a la citada hipótesis se encuentra el estudio que hoy os acercamos, llevado a cabo por un equipo de investigación de la universidad de Portsmouth -Reino Unido- liderado por la doctora en Psicología Diana Fleischman.
Según los resultados recogidos en ‘Testing the Affiliation Hypothesis of Homoerotic Motivation in Humans: The Effects of Progesterone and Priming‘, las relaciones homosexuales han servido a lo largo de la Historia para reforzar el vínculo social y las alianzas entre personas del mismo sexo, permitiéndonos avanzar como una civilización cohesionada.
El equipo de investigación autor del estudio señala que tanto entre machos como entre hembras primates no humanos, la afiliación social es uno de los principales motores del comportamiento homoerótico, algo que también se ha observado en los estudios del desarrollo de diferentes culturas de nuestra especie y que es común, en mayor o menor proporción, a todos los seres humanos.
¿En qué se basan?
La investigación tomó como punto de partida el estudio de la inclinación homoerótica de 244 hombres y mujeres. En primer lugar, distribuyeron a las mujeres según una escala de motivación homoerótica a través de un cuestionario y midieron sus niveles de progesterona en la saliva, una hormona ínimamente ligada a la sociabilidad.
Los resultados mostraron que en las mujeres del estudio, la predisposición a mantener relaciones homoeróticas mantenía una fuerte relación directa con sus niveles de progesterona.
En el caso de los hombres, el estudio detectó que los que habían sido expuestos a estímulos afiliativos y sociabilizadores durante la prueba eran más propensos a respaldar su propia participación en actos homoeróticos que los que habían sido estimulados con conceptos neutrales o sexuales.
Tras medir los niveles de progesterona en la saliva de los varones, se les dividió en tres grupos y pidió que cada uno completara un puzzle de tres propuestos: el primero, con palabras relacionadas con la amistad; otro con términos relacionados con la sexualidad; y un tercero, con palabras neutras.
Al evaluar posteriormente su predisposición homoerótica, los hombres que habían montado el puzzle con palabras sobre la amistad se mostraron un 21% más predispuestos a aceptar conductas homoeróticas que los de los otros grupos, algo que fue refrendado al medir sus niveles de progesterona.
Los resultados sugieren entonces que el comportamiento homoerótico entre individuos que no se identifican como exclusivamente homosexuales tienen una base relacionada con el valor adaptativo de la especie, determinando así la primera evidencia experimental que avala la hipótesis de que la homosexualidad puede tener, entre otros orígenes, un rol social evolutivo.