El VIH causa enfermedad cardiaca estructural
Estos resultados, presentados por la doctora española Nieves Montoro, apoyan la introducción del cribado cardiovascular en todos los pacientes con VIH, en particular los que tienen una carga viral positiva en sangre.
‘Es bien conocido que los pacientes con VIH tienen una alta incidencia de cardiopatía estructural -principalmente disfunción diastólica e hipertensión pulmonar- medida por ecocardiografía, pero la razón no está clara, por lo que decidimos realizar un estudio para evaluar si la etapa de VIH o la carga viral en la sangre detectables estaban relacionadas con el grado de enfermedad cardiaca’, explica Montoro, del Hospital Universitario La Paz de Madrid.
Este estudio de cohorte prospectivo incluyó a 65 pacientes con VIH (63 por ciento varones, con una edad media de 48 años) que tenían disnea (falta de aliento) calificado como superior a II en la escala de la Asociación del Corazón de Nueva York (NYHA, en sus siglas en inglés).
La etapa del VIH se determinó midiendo el recuento de CD4 y otras posibles enfermedades, además de determinarse la carga viral en la sangre. A los pacientes se les hizo una ecocardiografía transtorácica para evaluar si tenían cardiopatía estructural (hipertrofia ventricular sistólica o diastólica o hipertensión pulmonar) y se evaluaron los siguientes factores de riesgo cardiovascular: hipertensión, diabetes, tabaquismo, dislipemia e insuficiencia renal.
Casi la mitad de los pacientes (47 por ciento) tuvo algún tipo de cardiopatía estructural, principalmente hipertrofia ventricular izquierda, disfunción ventricular izquierda, hipertensión pulmonar y signos de insuficiencia ventricular derecha. Los pacientes con una carga viral en sangre positiva registraron una mayor incidencia de cardiopatía estructural que aquellos con una carga indetectable (75 por ciento frente a 43 por ciento), independientemente de su perfil de riesgo cardiovascular o el tipo de terapia antirretroviral.
‘Encontramos que la mitad de los pacientes con VIH con disnea tuvo evidencia ecocardiográfica de enfermedad cardiaca estructural. Nuestro hallazgo más interesante fue que los pacientes con una carga viral positiva en sangre tuvieron una mayor incidencia de cardiopatía estructural. De hecho, tener una carga viral en la sangre detectable casi duplicó la prevalencia de enfermedades del corazón, lo que sugiere que el propio VIH podría ser un agente causal independiente’, subraya Montoro.
La cantidad de cardiopatía estructural no se vio afectada por si el paciente había desarrollado sida, el género, la edad o la presencia de factores de riesgo cardiovascular, aunque estos resultados siguen siendo preliminares y tendrán que confirmarse en un análisis más detallado.
Nuestro estudio muestra una asociación entre la presencia del virus en la sangre y la enfermedad cardiaca. Estos resultados abren la puerta a la hipótesis de que el VIH está implicado en la etiología del daño cardiaco. Se sabe que el VIH puede producir a respuesta proinflamatoria, lo que podría implicar también al corazón. Estamos llevando a cabo más estudios para probar esta idea’
Según esta experta, uno de los objetivos principales en el tratamiento del VIH es que los niveles del virus en la sangre sean indetectables. ‘Cuando no se logra, normalmente se cambia el tratamiento. Nuestros hallazgos muestran que tener cualquier nivel detectable de virus en la sangre casi duplica el riesgo de enfermedades del corazón’, apunta.
Debido a la alta incidencia de problemas cardiacos vista en el estudio (casi 50 por ciento), los autores aconsejan que todos los pacientes con VIH con disnea se sometan a un ecocardiograma transtorácico para detectar cardiopatía estructural. ‘Se trata de una prueba no invasiva, costo-eficaz y accesible. Además, los pacientes con una carga viral positiva en sangre tienen casi el doble de riesgo de enfermedad cardiaca estructural y deben someterse a un ecocardiograma tanto si son sintomáticos como si no’, recomienda Montoro.