CESIDA denuncia la situación de indefensión de los mayores con VIH
España es uno de los países con mayor esperanza de vida. El hecho es netamente positivo, sin embargo plantea nuevos retos a la sociedad. En el caso de la sanidad, el aumento de la tasa de población mayor de 65 años requiere un cambio en las políticas que conlleven un refuerzo que cubra las necesidades crecientes de este segmento poblacional.
En España, donde según datos del INE residen actualmente 8 millones y medio de personas mayores de 65 años, siguen aumentando las personas de esta franja de edad que viven con VIH. Las estimaciones de la Coordinadora estatal de VIH y sida (CESIDA) apuntan a que continuará esta tendencia, ya que según el Informe de vigilancia epidemiológica del VIH/sida del Ministerio de Sanidad de 2013, el 41,9 % de los nuevos casos de VIH pertenecen a personas entre 35 y 49 años y el 12,3 a personas mayores de 50 años.
Este grupo de población con VIH se encuentra en situación de exclusión cuando solicitan ingreso a residencias y centros de mayores, ”al ser considerado el VIH como una enfermedad infecto contagiosa, y no de transmisión que sería lo correcto”, apunta Juan Ramón Barrios, presidente de CESIDA y lamenta que ”el propio personal laboral de estos centros suele desconocer las vías de transmisión del VIH, y no conocen que la convivencia no es una de ellas”.
Una situación desconocida…
Para paliar esta desinformación, desde CESIDA proponen fomentar a los servicios públicos el acercamiento de los mayores a las asociaciones de respuesta al VIH y el sida, para reducir el auto estigma y, en casos necesarios, les puedan ofrecer servicios de acompañamiento y apoyo que necesiten. Ya que los mayores que viven con VIH tienen más problemas emocionales, como la depresión, que el resto de la población.
”Es necesario eliminar tabúes y reconocer que los mayores tambien tienen sexo”, añade Barrios. Por lo que solicitan desde CESIDA hacer talleres de sexo seguro y realizar la prueba del VIH, ya que en el caso esta población, los clínicos no barajan la posibilidad de infección por VIH en personas mayores. Y los afectados atribuyen frecuentemente sus síntomas a enfermedades más propias de la edad.
Un retraso en el diagnóstico del VIH puede conllevar un aumento de la morbilidad y mortalidad, al producirse una mayor incidencia de enfermedades definitorias de sida. Además de representar un fallo en la prevención con un aumento en la transmision del VIH.