Me costó el doble
Me costó el doble pero lo hice. A algunas personas nos cuesta el doble, sea cual sea la actividad, el trabajo o la tarea.
Ya sea porque algunas de nuestras capacidades cognitivas no son tan sólidas, por incapacidad física limitada o simplemente por miedo.
Me costó el doble. Muchas cosas, muchísimas. La primera, la más relevante y recurrente es la concentración. Mi TDAH me juega rudo y la capacidad de centra mi atención me cuesta el doble o más.
Retomé la lectura pero me costó el doble
Recién recuperé en su totalidad el hábito de la lectura. Me costó el doble que hace algunos años que no paraba de leer. La desconcentración me atrapa constantemente, mi mente se va.
Sin embargo, poco a poco fui teniendo más tiempo dedicado a mí y por ende a la lectura. Retomé mis libros de autoras en su mayoría españolas y algunas inglesas.
Las novelas siempre me atrapan. Me conducen a mundos inimaginables para mí, pero ciertamente soñadores o ideales. ¿Quién no quisiera vivir en un mundo donde la protagonista termina loca de amor por el príncipe? Yo sí. Y qué cursi, pero qué anhelo.

Me costó el doble ponerme tiempos exclusivos para mí
Pasé meses sin poder tener una rutina, que si por la enfermedad, la depresión pero sobre todo mi indecisión. La pereza se apoderó de mí.
Entonces recuperar mis mañanas sólo para mí me costó el doble. Suelo despertar muy temprano, me gusta mucho ver el amanecer y esos primeros rayos de sol yendo a caminar al parque cercano de la casa de mi madre.
Y así comenzar mis mañanas, caminando, trotando. Luego una hora de natación y yoga con mi grupo de mujeres de 60 y + que me llenan de su energía, optimismo pero sobre todo que cada una me deslumbra con su belleza única e irrepetible.
Me costó el doble pero mis hábitos de la mañana comenzaron a fluir. Sin teléfono, ni laptop. Desde esta semana en Los Angeles.
Maestría en Stanford
Quizá me costará el triple que a la mayoría pero elegí estudiar una maestría en Stanford. Qué cosa.
Para empezar: ¿Cómo pude ser elegido? No lo sé, pero me costó el doble. Horas de estudio, guías matemáticas, ciencias, lecturas y certificaciones en 4 idiomas: español, francés, portugués y el último alemán.
¡Pero me costó el doble! Noches de llanto, de insatisfacción porque muchas veces sentí, siento, que no son suficientes ni mis esfuerzos ni mis conocimientos. Y no. Si fueron suficientes, lo son y lo serán.
Ese sentimiento está cambiando: si voy a poder, si estoy pudiendo.
Trabajé, trabajo y trabajaré en mi amor propio
En amarme, aceptarme, validarme y reconocerme. Me costó el doble el primer paso pero lo estoy haciendo.
Amé este sentir único de reconocimiento hacia mi mismo, sin más competencia que yo. Anhelo mis días donde pueda retomar por completo mi sonrisa, mis ojos con brillo, la lucidez de mis pensamientos, mis actos generosos y llenos de amor para conmigo mismo. Me costará el doble, pero estoy en ello.
No es lineal mi aprendizaje, recuperación ni mucho menos mi reconstrucción. Me costó el doble pero con amor lo hice, lo estoy haciendo.
También estoy recuperando la valentía, mi fuerza y mi fe.
«Sé luz donde todo genuinamente es oscuridad».