¡Sálvame!
«¡Sálvame del olvido, sálvame de la soledad!».
Cuando alguien te salva sin saber que te está salvando. Qué cosa.
Pero en el fondo gritas. En el fondo grité, “¡Sálvame!”. Un canto más allá de la canción de RBD que interpreta Anahí y que por supuesto es un himno de los locos iracundos como yo. E incluso de una generación.
Extracto de mi opera prima, “Falsa alarma, no era amor”. Mi primer cuento, que más bien está tomando tintes de novela. Veremos a dónde me llevan mis letras, como siempre imprecisas, misteriosas, insensatas, imprudentes e inciertas.
¡Sálvame!
El joven Samuel se revuelve entre libros, cuadernos, lápices y pedazos de papel que se asoman desorganizados en su mesa.
Tan desorganizados y confundidos como sus sentimientos, como sus miedos que si bien son parte de su día a día que atisban al paso de la mirada insospechada de su madre.
—¿Qué es todo este desorden, Sam?
—Madre, hay un orden en este desorden.
Ambos aceleran la carcajada sonora que sucumbe en la habitación del joven de diecisiete años que recientemente vivió incertidumbre, y quizá, sólo quizá, dolor al vivir por primera vez la confusión e incertidumbre del amor romántico.
Sentimientos desconocidos, poco permisivos, pero al final ahí estuvieron esas sensaciones de dolor, sufrimiento, desesperanza y sí, también muchos gritos, quizá a la nada o sin destino alguno, de sálvame.
Gritos de desesperanza
En medio del desorden de la habitación que la madre pide sean arreglados al momento. A Sam le aturden más estas emociones desconocidas pero al mismo tiempo sombrías que si bien no reconoce, lo hacen lucir vulnerable al máximo.
Gritos de desesperanza por dejarse llevar por el fulgor de Samantha, una joven que sólo fue de paso en su vida, no dejará más huella que esos días donde Samuel parecía ensordecido e irreconocible porque movió todo su mundo.
Su pequeño mundo, en el sentido estricto por la edad, lo sutil e humilde del entorno del chico que se dejó llevar por la sonrisa de una mujer. Sin más, solo la sonrisa, el rostro no fue el protagonista de la historia, sino la estruendosa sonrisa —sí, analogías u onomatopeyas— de un sentimiento que expuso lo frágil e indefenso que queda uno al ofrecer más allá del corazón. El amor.
El amor
‘Falsa alarma, no era amor’. Se repite una y otra vez en el vaivén de pensamientos de Samuel. Que muchas veces lo dejan inquieto, otras impávido y muchas otras en completa angustia.
Pero el amor es ese inquietante sentimiento que decenas de poetisas lo han tratado, solo tratado, de describir o de mencionar. Ninguna ocasión ha sido posible que puedan obtener un poema que complete en su totalidad la fuerza de ese sentimiento que muchos persiguen. Y del que muchos huyen. Como yo.
Febrero, 2025. Londres, Inglaterra.
![Sálvame. Sálvame del olvido, sálvame de la soledad.](https://www.chueca.com/wp-content/uploads/2025/02/sasha-freemind-frq5Q6Ne9k4-unsplash-1024x683.jpg)